El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, ayer, en la cumbre del G-20. :: BERTRAND LANGLOIS / AFP
Economia

Bruselas recupera la idea de una inyección directa a la banca española

Barroso presiona para que se revisen las condiciones del rescate y no se ahogue a España con el aumento de la deuda

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, recuperó ayer una propuesta que podría ayudar a contener la tormenta financiera que azota a España. El líder comunitario abogó por inyectar directamente en la banca el dinero del rescate respaldado por la zona euro. De esta manera, los fondos no dispararían la deuda pública acumulada y los mercados mirarían con menos desconfianza a los títulos españoles. Alemania ya rechazó esta fórmula antes de que se acordara el salvavidas, pero el exprimer ministro portugués no se ha dado por vencido. «Estamos a favor de un sistema que evite cualquier tipo de contaminación entre deuda financiera y soberana», remarcó.

Barroso desenterró la idea en México, donde asiste a la cumbre del G-20 junto al resto de mandatarios de la UE. Aunque eludió referirse al castigo que soporta España en los parqués, apostó abiertamente por reabrir el debate sobre las condiciones del rescate bancario. El líder comunitario explicó que aguardan la solicitud formal de ayuda del Gobierno, un trámite que podría cumplirse este jueves en una nueva reunión del Eurogrupo. Una vez presentada la petición, Bruselas presionará para que se tenga en cuenta su opinión. Quiere que se busquen alternativas para que el salvavidas no acabe ahogando al Tesoro español.

Los últimos datos revelan que la deuda pública asciende al 72,1%, una cifra histórica que no deja de crecer desde que estalló la crisis. A este porcentaje habrá que añadir el montante final que se consuma de los 100.000 millones ofrecidos por la UE para recapitalizar la banca. El esquema se completa con la vinculación existente entre el sector financiero y los títulos estatales. Según los analistas, las entidades son tradicionalmente los grandes compradores de deuda, lo que acaba generando una relación de interdependencia muy peligrosa. Barroso recordó que esta ligazón se ha erigido en «uno de los problemas que puede tener impacto negativo en términos de reacción de los mercados».

El líder comunitario dio por hecho que los integrantes del Eurogrupo volverán a analizar la cuestión. Alemania rechazó la inyecciones directas a la banca porque exige que un país respalde los créditos. Paralelamente, reclama que los acreedores puedan controlar el uso del dinero mediante una supervisión exterior como la que se perfila para España. El otro obstáculo es el Mecanismo Europeo de Estabilidad, el fondo de rescate permanente que se utilizará previsiblemente para las recapitalizaciones. Esta herramienta, que la mayoría de los socios no han ratificado, no permite actualmente préstamos para las entidades sin pasar primero por los gobiernos.

«Confianza»

Pese la oposición germana, Barroso cuenta con fuertes aliados. Al parecer, los miembros del G-20 tenían previsto reclamar al término de la cumbre que la UE rompa el círculo vicioso establecido entre la banca y deuda pública. Los analistas consideran que la iniciativa ayudaría a recuperar la estabilidad en los mercados. En un plano menos técnico, el presidente de la Comisión también reafirmó su «confianza en la capacidad de respuesta de España, una de las mayores economías del mundo».

Horas antes de la intervención de Barroso en México, en Bruselas también se buscaban explicaciones a la inquietante reacción de los mercados tras los comicios griegos. Según fuentes comunitarias, a España no le queda más remedio que apretar los dientes. La recuperación de la confianza de los inversores es un trabajo costoso que «lleva tiempo».

Más allá de las angustias diarias provocadas por los parqués, la UE sigue negociando entre bambalinas la nueva arquitectura del euro. La gran esperanza es que esta apuesta por una mayor integración se convierta en la clave de bóveda que desinfle las presiones de los inversores de forma duradera. Los socios tienen previsto aprobar estas directrices, que se asemejarían al proceso de convergencia que condujo a la creación de la moneda única en 1999, en la trascendental cumbre que se celebrará la próxima semana. Hasta ahora, han emergido distintas propuestas como los eurobonos y la unión bancaria, pero Alemania sigue sin tenerlo nada claro.

Merkel cree que el verdadero camino de futuro pasa por una mayor integración política, lo que implicaría una supervisión presupuestaria más estrecha desde Bruselas y hasta la elección en las urnas del presidente de la Comisión.