CARTAS DE LOS LECTORES

Tarifa es el viento

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Tarifa es el viento y la mar, un ir de aquí para allá soplando con alegría. Luego también están los serios, los aguafiestas de siempre, algunos hombres tristes a los que la vida les molesta tanto que si por ellos fueran lo prohibirían todo, es decir, prohibido que sople el viento, prohibido bailarle al agua con tu maldita tablita de windsurfing, prohibido las camisas hawaianas y el pelo mojado, prohibido cantar y prohibido el flamenco, prohibido tanto color y tanto graffiti, prohibida la frescura, la juventud eterna, las mujeres libres, prohibida la belleza y la mar, prohibido el arte y todo prohibido.

En Tarifa todo parece clandestino. Y todo es clandestino porque la gente es que vive en la calle, y se ríe de tanta autoridad y tanta policía armada y tantos guardianes de la ley. Se ríe de los que quieren hacer que Tarifa sea la policía vieja y mosqueada y seria que empapela al mismísimo viento si escucha soplar una guitarra. Quieren envejecerla pero no pueden. Porque cuando pasa la ley y el orden por las calles de Tarifa, ahí están los unos que se chivan a los otros: 'Que vienen, que vienen'. Y se guardan las guitarras y se calla el cantor. Y el cantor se calla tan sólo lo que dura un suspiro: a la vuelta de la otra esquina hay más gente, más guitarras. Y para allá que va la policía en busca y captura mientras que aquí otra vez de cachondeo, otra vez aquí las guitarras fuera. Me reí mucho el año pasado en Tarifa: es la alegría, el viento, la mar, la arena, el arte bailándole siempre a los serios, a los siesos.