¡ATRÉVETE A PENSAR!

El estado del bienhacer

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La generación de las personas que ya cumplimos los cincuenta años de edad ha tenido desde finales de los años setenta una importante responsabilidad en la construcción de un Estado del bienestar que ha funcionado razonablemente bien y con mucho viento en popa. Hace más de tres décadas que se promulgaba la Constitución actual en la que nuestro país se consideraba como un Estado social y democrático de derecho. Desde entonces hasta acá, aún superando varias crisis económicas de cierto calado, se ha ido extendiendo progresivamente por nuestro territorio un estado del bienestar del que podemos sentirnos bastante orgullosos. Pero es evidente que la crisis actual nos pasará una factura de largo alcance.

Al margen de las innegables responsabilidades financieras y económicas, políticas y sociales hemos llegado a un punto crítico muy serio de replanteo de muchos presupuestos y entre ellos nos preocupa esencialmente la contracción de nuestro Estado del bienestar. En las sucesivas encuestas del CIS observamos la gravedad con las que nos inquieta a los españoles la situación general del paro y los problemas de índole económica, seguidos por los relativos a la clase política, la corrupción y el fraude.

El decrecimiento económico ha conllevado la disminución del consumo, de la producción y del trabajo. A los trabajadores les ha llegado el desempleo o el recorte de salarios, y al Estado le ha afectado con fuerza ese desfondamiento general

¿Qué nos queda ahora? Pues no hay otra que levantarse y salir hacia adelante. Esta caída tarde o temprano tocará fondo y ahí habrá que coger impulso para marcar un nuevo punto de inflexión. Es difícil saber qué sectores productivos y con qué fuerza emergerán en qué momento. Lo que sí está claro es que tendremos que volver a apelar al buen hacer de todos. Y cuando antes lo hagamos, mejor.

No podemos quedarnos anclados pasivamente en un bienestar estático y autocomplaciente. Debemos luchar por el mantenimiento de unos derechos irrenunciables que ha costado mucho conquistar (salud, educación, condiciones laborales, pensiones....) pero también sabemos que muchos otros bienes serán difíciles de costear y que habrá que establecer un orden de prioridades. Ahí es donde todos debemos reclamarnos a nivel individual e institucional el restablecimiento de un Estado del bienhacer que nos conduzca en el medio plazo hacia un regenerado Estado del bienestar.Nuestras bazas son de nuevo la educación, la imaginación, el esfuerzo diligente, la honradez, el trabajo y la creatividad; todo ello nos volverá a activar hacia nuestra propia realización y hacia la búsqueda del bien común. Sabemos bien que este Estado no será el resultado de un truco de magia de políticos y banqueros sino, como siempre, el fruto del trabajo callado y del bienhacer diario de millones de personas de nuestro país.