Economia

El rescate no despeja las dudas de que Grecia pueda cumplir el ajuste

Los socios extreman el control sobre el país con una cuenta bloqueada para conocer el destino de cada céntimo

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
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Anders Borg, el reputado ministro de Finanzas sueco, sintetizó ayer martes con ojo clínico el escenario abierto tras la aprobación del segundo rescate griego. El responsable escandinavo remarcó que la situación del país seguirá siendo «una tragedia», pero que el nuevo salvavidas permitirá que la crisis helena deje de ser un quebradero de cabeza de dimensión europea. Pese al diagnóstico, todavía queda camino por delante para que Atenas no domine todas las reuniones de la Eurozona. La próxima cita en el calendario es la aplicación de la quita a los acreedores el 8 de marzo, una operación que reducirá en 106.000 millones la colosal deuda nacional y espantará definitivamente el fantasma de la quiebra.

Como ya casi es costumbre desde que se recrudeció la inestabilidad en los mercados en la segunda mitad del año pasado, los ministros de Finanzas del euro necesitaron casi toda la noche para sellar un acuerdo. Pasadas las cinco de la madrugada, el comisario de Economía, Olli Rehn, reconocía con sorna las dificultades. «A lo largo de esta crisis, he aprendido verdaderamente que maratón es una palabra griega», bromeó. En un tono más solemne, el responsable finlandés hizo hincapié en que el acuerdo es «clave» para el futuro de la moneda única. «Ahora, tenemos la oportunidad de pasar de la estabilización económica a impulsar el crecimiento y la creación de empleo», pronosticó.

El pacto en el seno del Eurogrupo no fue fácil. En todo momento, las conversaciones giraron en torno a un cifra mágica: una deuda del 120% del PIB heleno. Considerado el umbral de la tranquilidad para las finanzas del país, este porcentaje debía rebajarse en el horizonte de 2020 desde el 160% actual, lo que equivale a 350.000 millones. Los ministros se centraron en este cometido con un detallado informe sobre la mesa. Este documento recogía que si no se alcanzaba el límite fijado, lo más probable es que Atenas necesitara un tercer rescate de 50.000 millones dentro de tres años.

Intereses más bajos

Los 17 miembros del Eurogrupo miraron entonces a los acreedores privados para conseguir cuadrar las cuentas. Tras mucha discusión, se consiguió que aceptaran condonar un 75% de la deuda en su poder, cinco puntos más de lo convenido inicialmente. Pese a este avance, el límite del 120% seguía sin alcanzarse por el deterioro de la economía helena en los últimos meses. Ante esta situación, los socios decidieron reducir los intereses de los préstamos concedidos a Atenas al 1,5%, una rebaja a la que se sumará la renuncia de los distintos bancos centrales a los beneficios asociados a los bonos helenos en su poder. En el caso de España, el supervisor cuenta con alrededor de 1.000 millones en títulos.

Con este ejercicio de ingeniería financiera, los socios lograron consensuar finalmente un acuerdo. Ayer, sin embargo, ya empezaron a escucharse voces alertando de que Grecia podría ser incapaz de afrontar los retos vinculados al rescate. La mayor preocupación es que la economía helena sigue en caída libre. Tras cuatro años en recesión, la UE estima que no volverá a crecer hasta 2014, con una contracción del 4,5% prevista para este año. «Sin un rebote en el crecimiento, no se podrán cumplir ni los objetivos de déficit más inmediatos ni lograremos que la deuda sea sostenible a largo plazo», apuntó Antonis Samaras, líder conservador heleno y gran favorito para convertirse en primer ministro en abril.

Los ajustes, que se diseñaron en primera instancia como condición indispensable para el rescate, representan la otra cara de la moneda del acuerdo. Hartos de lo que consideran promesas incumplidas con multitud de recortes, Alemania y Holanda presionaron para que se controle hasta el último céntimo otorgado al Gobierno griego. La figura más visible de esta férrea supervisión consiste en «el refuerzo y la presencia permanente» del equipo de expertos de la Comisión que ya trabaja en el país para apoyar las reformas. Este grupo, al que se le podrían añadir especialistas de los socios, asistirá a la troika formada por la UE, el BCE y el FMI que acude cada tres meses a Atenas para verificar sus progresos.

Aunque en las últimas semanas se ha hablado hasta de la posibilidad de imponer un comisario de presupuesto, Grecia afrontará a partir de ahora una vigilancia todavía más estrecha. Se creará una cuenta bloqueada que garantizará que el rescate se utilizará prioritariamente para abonar la deuda y no para impulsar el funcionamiento del Estado. Incluso, Grecia deberá consagrar en su Constitución que una de las metas fundamentales del gasto público es pagar puntualmente a los acreedores. Esta reforma de la Carta Magna podría completarse con la introducción de un techo de gasto. El ministro de Finanzas heleno, Evangelos Venizelos, anunció que tomarán como ejemplo la modificación llevada a cabo por España.