LOS LUGARES MARCADOS

Cumpleaños

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Hoy es mi cumpleaños. Tal día como hoy mi madre y la luna de febrero decidieron echarme al mundo y regalarme días de carnaval y locuras dominicales. Dicen que los niños que nacen en domingo son capaces de ver a las hadas. Yo me he empeñado en no ver fantasmas y en perseguir a las musas, que son hadas de otra hechura, pero tan quisquillosas y huidizas como las otras. Y como hoy es mi cumpleaños, me permito pedirles un regalo. Hoy quisiera pedirles una sonrisa. No cuesta nada pero vale mucho. 'La sonrisa cuesta menos que la electricidad y da más luz', dice un proverbio escocés.

Hace poco leí que ese gesto que nos embellece la cara y nos provoca bienestar (porque al sonreír producimos endorfinas; ya saben, somos en gran parte producto de reacciones químicas.), es innata al hombre. No aprendemos a sonreír: nacemos con la sonrisa puesta, la traemos desde el útero materno. Al contrario, aprendemos con la edad a negarla y a esconderla. Nos castigamos a no sonreír. Y con ello castigamos a los demás, porque la sonrisa es contagiosa, pero también lo es el ceño fruncido del mal humor. Y, por si no lo sabían, éste un gesto menos eficiente: se necesitan 40 músculos para arrugar el ceño, pero sólo 17 para sonreír. Hasta en eso sale económico.

La sonrisa reduce el dolor y calma la tristeza. Tranquiliza y crea un clima de confianza. 'La persona que no sabe sonreír no debe abrir tienda', dice otro proverbio, en este caso chino. Y eso no tiene vuelta de hoja. Así que, por favor, háganme hoy ese regalo. Háganselo a sí mismos y a quienes les rodean. Una sonrisa no les va a solucionar los problemas diarios, pero seguro que les ayudará a afrontarlos con un poco más de ánimo. Total, por probar no pierden nada.