Editorial

Déficit envolvente

Flexibilizar nuestros compromisos conlleva riesgos ante nuevas convulsiones financieras

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El Consejo de Ministros estudiará en su reunión de hoy el anteproyecto de ley de Estabilidad Presupuestaria coincidiendo, paradójicamente, con las veladas manifestaciones que desde el Ejecutivo de Rajoy apuntan a la eventualidad de que la UE permita a España flexibilizar sus compromisos en cuanto a la reducción del déficit público. A diferencia de la postura que vienen manteniendo los socialistas, al reclamar que se negocie con Bruselas un plan que aminore y prorrogue el esfuerzo a realizar, la actitud del Gobierno es la de esperar a que la Unión reconozca las dificultades que la anunciada recesión acarreará para que el déficit español baje a un 4,4% el 2012 y a un 3% el próximo año. De ahí que en su reunión con la canciller Merkel el presidente Rajoy obviara la cuestión, mientras el ministro Montoro urgía a la Comisión Europea para que exponga cuanto antes sus previsiones económicas. Es de suponer que la diplomacia discreta se encarga del asunto. Pero aunque la apelación al realismo económico pueda ser argumento suficiente para justificar una posible relajación en la reducción del déficit, y aunque se dé una amplia anuencia partidaria e institucional, la revisión del cuadro de estabilidad en este punto no está exenta de riesgos. El principio de realidad que impone una nueva recesión puede recomendar corregir los objetivos de déficit. Pero su razón no debe ser tanto la convicción de que se incumplirán los vigentes compromisos como los perjuicios que acarrearía a la economía y a la sociedad española realizar en tan breve plazo más sacrificios que los inicialmente previstos. Es en este punto donde la revisión de nuestro déficit se vuelve problemática. Bien porque el ciclo recesivo afecte a otros países, bien porque todos los socios prefieran relajar la disciplina presupuestaria, las economías del euro podrían ser objeto, por esa vía, de nuevas convulsiones financieras que se escapan del control e incluso de la capacidad prospectiva de la Unión. Entre otras razones porque una rebaja de las exigencias de déficit, por justificada que sea, acarrearía la decomprensión de las medidas de ajuste en todas las administraciones de todos los países. Europa debe transitar de las políticas de austeridad a las políticas de estímulo. Pero se encuentra demasiado endeudada como para precipitarse en dar ese paso ante la nueva recesión