ESPAÑA

CIERRE DE FILAS

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El Parlamento tributó ayer un sentido homenaje de reconocimiento al Rey y la Corona. Una ovación de dos minutos con los diputadores y senadores puestos en pie es una imagen inédita en el palacio de la carrera de San Jerónimo. Las Cortes, salvo un puñado de señorías, brindaron un doble respaldo al jefe del Estado y a la Monarquía. En lo inmediato, por el mensaje navideño de don Juan Carlos con las alusiones no dichas, pero por todos entendidas, a Iñaki Urdangarin. En lo histórico, por el papel estabilizador jugado en las últimas décadas por la Corona.

La Casa Real ha sido un tema delicado para las fuerzas políticas desde los tiempos de la transición, pero en los últimos años, tras los matrimonios del Príncipe y las Infantas, se ha convertido en terreno minado. Las intimidades aireadas y el agitado devenir han dividido a la sociedad en 'montescos' y 'capuletos'. Una fractura que la propia Casa Real quiso sellar con la precisión de que son ámbitos diferentes. El mismo mensaje quisieron transmitir ayer las fuerzas políticas mayoritarias, una cosa son los asuntos particulares de los miembros de la Familia Real y otra, la institución.

Hasta tal punto son conscientes PP y PSOE de lo delicado que es someter a la Monarquía al escrutinio público que no quieren correr el menor riesgo de que sea cuestionada. Un buen ejemplo fue la frustrada reforma constitucional para eliminar la supremacía del varón en los derechos sucesorios. José Luis Rodríguez Zapatero quiso llevarla adelante y los populares no pusieron reparos. Pero fue la propia Casa Real la que hizo ver a ambas fuerzas políticas mayoritarias el riesgo que conllevaba someter al obligado referéndum dicha reforma. La consulta, aunque el motivo de la misma no afectara a un aspecto medular de la institución, podía convertirse en un plebiscito sobre la Corona. Y es que parece que España acepta la Monarquía siempre que no se pregunte demasiado sobre ella.

Gobierno y oposición, ante el aviso real, decidieron extender un tupido velo sobre aquel cambio constitucional del que nunca más se supo. Claro que todo podría reabrirse si los Príncipes de Asturias tienen un tercer hijo y es varón. Pero eso es, por ahora, política ficción.