MUNDO

El absolutista Querido Líder

El narcisista Kim Jong-Il martirizó a su pueblo e hizo temblar a medio mundo

SHANGHÁI. Actualizado: Guardar
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Es imposible concentrar más tiranía y narcisismo en 157 centímetros. Kim Jong-Il era el perfecto dictador. Lo llevaba en la sangre, y consiguió superar a su progenitor, Kim Il-Sung. Cultivó el culto de su persona, martirizó a su pueblo e hizo temblar al mundo. Nació en Siberia, pero sus libros de historia aseguran que vino al mundo en la montaña sagrada de Paektu, justo después de que se formase un arco iris doble y una nueva estrella comenzase a brillar en el cielo.

Pero tuvo que esperar medio siglo para acariciar el poder. Fue en 1991, cuando asumió el control de las Fuerzas Armadas. Para entonces ya se había embutido en su sempiterno traje gris, calzaba alzas y lucía un tupé que hizo la delicia de los caricaturistas. Tres años más tarde murió el Gran Líder, su padre, y él tuvo que conformarse con el apodo de Querido Líder. En realidad, se convirtió en un monarca absolutista amante del exceso: tuvo al menos siete relaciones sentimentales y otros tantos descendientes.

Dos de los tres varones, Kim Jong-Nam y Kim Jong-Chul, le han salido díscolos. El primero fue deportado después de que fuese descubierto intentando entrar a Japón con un pasaporte falso de la República Dominicana: quería ir a Disneylandia. El segundo fue 'cazado' desmelenándose en un concierto de Eric Clapton en Singapur. Así no es de extrañar que necesitase combatir su frustración con fuerza. La atómica fue suficiente. Su programa nuclear, con fines bélicos que nunca ocultó será el legado que deje a Kim Jong-Un, el único varón que le quedó para dejar la batuta de mando en la familia.