Economia

La Unión Europea busca deslumbrar a los mercados

Los socios se conjuran para diseñar a partir de hoy una nueva zona euro marcada por una rigurosa disciplina fiscal

BRUSELAS. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

A lo largo de este año, la UE se ha enfrentado a todo un elenco de cumbres históricas para intentar desactivar la crisis de la deuda. Hasta ahora, el resultado siempre ha sido el mismo. Los acuerdos, cada vez de mayor envergadura por la presión de los mercados, se quedaban pequeños al cabo de unos días y las turbulencias se cebaban con la zona euro con todavía más saña. Los Veintisiete vuelven hoy a la carga con una estrategia distinta. Intentarán reforzar de forma definitiva el fondo de rescate para proteger a los socios más acosados, pero también buscarán un pacto a largo plazo mediante la reforma del Tratado de Lisboa -el corazón legal de la Unión- para proclamar que la moneda única jamás se derrumbará.

El objetivo final de la cumbre, que arranca con una cena de trabajo de todos los presidentes, es «impresionar» a los mercados y a todos los actores -agencias de rating, por ejemplo- que influyen en su funcionamiento. Según fuentes comunitarias, la posibilidad de deslumbrar a los inversores pasa por lograr un acuerdo «sustancial, de aplicación rápida y que ofrezca seguridad». Los socios comunitarios también buscan contentar al BCE, la pieza clave del engranaje europeo para defender a los países que, como España, sufren al emitir su deuda. El supervisor del euro, muy celoso de su independencia, prometió actuar si los gobiernos forjan un pacto de garantías.

Los Veintisiete abrirán la cumbre a las siete y media de la tarde con la perspectiva de que la negociación se alargará hasta la madrugada. Aunque los 'sherpas' -especialistas de cada país- ya han empezado a trabajar en Bruselas, los mandatarios tomarán como base para el diálogo la propuesta elaborada por Herman Van Rompuy, el doble presidente de la UE y la Eurozona. Este planteamiento, que asume en buena medida las tesis presentadas el lunes por Angela Merkel y Nicolas Sarkozy, contempla un conjunto de reformas legislativas a distintas velocidades.

En sintonía con una de las peticiones centrales de Francia y Alemania, Van Rompuy explicará que la adopción de la regla de oro a escala europea es relativamente sencilla. Aprobada por España el pasado verano, esta iniciativa consiste en consagrar en la Constitución la obligación de respetar el equilibrio presupuestario -déficit prácticamente cero o con una mínima desviación- en las cuentas públicas. Para que la exigencia se haga extensiva a todos los socios, lo único que se requiere es que los Veintisiete lo respalden por unanimidad.

Sanciones automáticas

La segunda gran apuesta del eje franco-alemán y de Van Rompuy es convertir en automáticas las sanciones a los países que incumplan el límite de déficit, establecido ahora en el 3%, pero que podría variar con la aplicación de la regla de oro. La propuesta persigue que un socio sea castigado directamente -las multas ascienden a un 0,2% del PIB, 2.000 millones en el caso de España- salvo que el resto de miembros voten para evitarle el mal trago. Esta modificación del Tratado requeriría varios meses porque los Parlamentos nacionales tendrían que ratificarla.

En un tercer bloque de propuestas está la idea de que la UE controle los presupuestos de los países con déficit excesivo. El líder comunitario, en línea con la Comisión, planteará que Bruselas pueda exigir cambios en las cuentas antes de su aprobación, circunstancia que ya implica modificar a fondo el Tratado. En ese supuesto hay que movilizar a todas las instituciones europeas mediante una convención, lo que podría prolongarse durante tres años. Van Rompuy quiere que los Veintisiete no excluyan ninguna opción y se pongan en marcha los procesos. Tampoco descarta avanzar solo con un consenso de la Eurozona si hubiera discrepancias.

El ex primer ministro belga también aboga por medidas para prevenir nuevos sopapos de los mercados. La más llamativa es que el fondo de rescate tenga licencia bancaria, lo que le permitiría disponer de una potencia de fuego mayor gracias a su acceso directo al BCE. Francia ha defendido esta opción en contra de los deseos germanos.