Sociedad

NÚMEROS CANTAN

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

No se puede hablar de otras cosas mientras haya muchos españoles con la boca cerrada. Las cifras tienen traducción y cuando nos dicen que hay cinco millones de parados, no hace falta una gran imaginación para ver una gran panoplia de cucharas inmóviles. Los datos empujan hacia una recesión nueva, pero tienen protagonistas: no componen, en calidad de estrellas invitadas, el drama nacional: cada uno de ellos es el intérprete. Si después de Auschwitz no es lícito hacer poesía lírica, después de no hacer la digestión tampoco es fácil edificar proyectos de futuro. Lo primero es vivir y las neutrales estadísticas, por muy vulneradas que estén por las trampas consustanciales a nuestro modo de ser, que mejor sería decir a nuestro modo de existir, no mienten del todo. Afirman que millón y medio de familias tienen a todos sus miembros «trabajando en el desempleo». De ahí la inesperada hegemonía de la figura del abuelo, que es el único que cobra algo por los servicios prestados o explotados. Algo es algo y menos es nada, aunque a veces menos y algo coinciden.

Vamos a tener menos luz desde el cambio de hora, pero también vamos a tener menos claridad. El oscuro balón de la culpa rebota de un partido a otro, pero está en el área de todos. ¿Cómo se sostiene una situación que a juicio de ambos es insostenible? Los números cantan, pero su canción tiene muy mal bajío. Suena a gorigori, vocablo que alude al canto fúnebre de los entierros. Las encuestas sobre Población Activa serán innecesarias cuando todo el mundo esté parado, menos los políticos que prometen que habrá trabajo para todo el que quiera trabajar. El barómetro facial, inequívocamente expresivo, se ha instalado en la jeta de don Valeriano Gómez, al que achacan ahora errores cometidos por otros. El suyo quizá haya sido el de prestarse a sustituirlos. El que venga detrás que arree.

Hay muchos en cola y todos están dispuestos a prometer lo que saben que no podrán cumplir.