Rodríguez Zapatero y Sarkozy se saludan durante la cumbre del miércoles. :: YVES HERMAN / REUTERS
Economia

Europa asfixia el crédito en España

La necesidad de fortalecer los balances complicará el acceso a los nuevos préstamos y puede impulsar una guerra de depósitos Los cinco grandes bancos confían en recapitalizarse sin tener que solicitar ayuda del Estado

MADRID. Actualizado: Guardar
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España paga cara la maniobra orquestada por Europa para frenar la crisis de deuda soberana y evitar el contagio del cáncer griego a otras economías. Los cinco mayores bancos, que conforman la red capilar por la que circula buena parte del dinero en el país, se ven obligados ahora a ganar capital de primera calidad por valor de 26.126 millones de euros, un cuarto de las necesidades detectadas en toda Europa. Solo las entidades griegas necesitan más recursos.

Un 'multa' excesiva e injustificada, así la entiende el sector, que ha de depreciar parte del corazón de sus balances; lo que siempre se entendió como intocable: el mercado primario de deuda soberana. La fórmula elegida ha hecho, gracias a las incomprensibles paradojas comunitarias, que algunos bancos con enormes cantidades de 'papel' comunitario como los alemanes hayan visto apreciadas sus carteras de deuda pública. En la práctica, la receta es como una devaluación pero sin la ventaja de ganar competitividad.

El objetivo, devolver la confianza y reabrir el mercado mayorista (los préstamos entre bancos), no es fácil. Los bancos damnificados por la 'solución' europea aseguran que encontrarán el dinero que se les exige sin recurrir a los fondos públicos. Será a costa de empequeñecerse un poco. Pero la consecuencia que muchos auguran es que el acceso al crédito minorista será aún mucho más complicado que hoy.

Injusto

Esa es la palabra más repetida en los despachos de los cinco afectados: Santander, BBVA, Bankia, Caixabank y Popular. Injusto y un poco chapucero, pues las comunicaciones de la Autoridad Bancaria Europea (ABE) no han sido todo lo claras que debieran haber sido. Tampoco sus criterios, que claramente han perjudicado a España. El peligro es si las normas ahora consideradas valdrán para siempre, o si la ABE volverá a cambiar las reglas del juego. La llamada 'puesta a valor de mercado' de la deuda soberana, que siempre se entendió como 'sagrada', ha despistado a todos. Máxime cuando algunos se han apuntado incluso plusvalías, pues se han tomado las carteras de junio pero a precios de septiembre, justo el lapso en el que el Tesoro español más sufrió a costa del alemán.

Eso por no hablar de la negativa a aceptar las genéricas o el juego del despiste con los bonos convertibles, que en principio no valen pero inexplicablemente sí se pueden llegar a contabilizar. La ABE también ha hado un pellizco a España al devaluar los créditos otorgados a las administraciones. «Es chocante y, en primera instancia, repugna el sentido común», ha llegado a señalar el consejero delegado de Santander (el que más capital ha de reunir), Alfredo Sáenz.

Otro ejemplo del despropósito, los bancos españoles habrán de compensar con más capital sus intangibles cuando tienen, por ejemplo, desarrollos informáticos para sostener su actividad a años luz de otros europeos, que prefieren subcontratar esos servicios. La sensación que queda en el negocio español es que no se ha juzgado a cada cual por sus auténticas condiciones de solvencia. Ha sido una suerte de 'café para todos' sin demasiada reflexión.

¿Cómo afectará al cliente?

Lo primero que han subrayado los bancos afectados es que España no sufrirá, de ninguna manera, un 'credit crunch' o contracción del crédito. Insisten en que su negocio es prestar y que a día de hoy lo que no hay es demanda solvente. Dicen que son el paro y la crisis en general los que frenan el negocio. Pero es muy probable que la concesión de préstamos se convierta, aún más, en una quimera. Las entidades han de buscar capital, y pondrán más atención en eso que en prestarlo. Los contratos en vigor permanecerán inalterados, pero hay del que quiera refinanciar.

Es probable que veamos una nueva campaña de depósitos muy ligada a la vinculación del cliente con el banco, y un nuevo apretón en las comisiones. Y es que no está tan claro que los mercados mayoristas se abran ahora como por arte de magia. Aunque eso ocurriera, la prudencia debida -nos hemos acostumbrado a salir de un capítulo de la crisis para entrar en otro- aconseja extremar los criterios de riesgo.

Uno de los aspectos más peliagudos es el relativo a los dividendos. Salvo Bankia, que no ha sido demasiado claro, el resto ha subrayado su intención de mantener la actual política de retribución al accionista. Lo que es previsible es que se instaure una práctica iniciada por el Santander a finales de 2009, que consiste en acometer ampliaciones de capital liberadas con acciones nuevas sobre las que los accionistas tienen derecho de suscripción y el banco se compromete a comprárselas después a un precio. Otra fórmula podría ser pagar parte en dinero y parte en títulos.

¿De dónde sale el dinero?

Los cinco afectados se han apresurado a decir que tienen músculo para encontrar el dinero requerido sin pedírselo al Estado. Y probablemente lo tienen, aunque a costa de hacerse un poquito más pequeños. El Banco de España cree «razonable» esa pretensión.

Algunos se reforzarán con lo que llaman 'generación orgánica' (su negocio tradicional) o deshaciéndose de activos. Del mismo modo, les queda la posibilidad de lanzar al mercado bonos convertibles en acciones o la rebaja de sus activos en riesgo. Queda en el aire cómo afectará este nuevo escenario a la reordenación del sistema financiero. Y es que hay cuatro entidades que buscan dinero privado que, en principio, no parece que pueda llegar en el muy corto plazo desde los cinco grandes.