Editorial

Otro lunes negro

Los mercados detectan que en Europa no existen medidas de reactivación fiscal

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La polémica sobre el riesgo de recesión mundial, atizada por el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, y por la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, asolaba ayer los mercados financieros, a pesar de que el inconsistente Barroso aseguraba que la recesión europea había quedado definitivamente atrás. Lo cierto es que ayer se desplomaban las bolsas europeas, aún en mayor medida que el Ibex español (salvo de la de Londres), que caía un 4,69%, con especial incidencia en los bancos, cuyas cotizaciones bajaban en la UE más de un 6%, espoleadas por el temor de que el Gobierno norteamericano cumpla su amenaza de perseguir a las instituciones que lanzaron alevosamente a los mercados activos tóxicos. El diferencial del bono español con respecto al alemán rondaba los 340 puntos, por debajo del italiano. En este hundimiento general ha influido sin duda la nueva derrota de la CDU, el partido de Merkel, en los comicios del Estado Mecklenburgo-Pomerania Occidental; el castigo de los electores sugiere que el Ejecutivo germano incrementará su rechazo a algunas de las medidas planteadas para socorrer a los países del euro con problemas de deuda, lo que aumentará la falta de unidad solidaria en el Eurogrupo para atajar la crisis. Más allá de cuestiones coyunturales, los mercados detectan que, en tanto en los Estados Unidos hay indicios de que pueden ponerse en marcha medidas de reactivación fiscal para combatir el desempleo, que continúa por encima del 9%, en Europa no existen iniciativas semejantes. Grecia anunciaba a finales de agosto que en 2012 seguiría en recesión y aún más recientemente que no será capaz de alcanzar a finales del año en curso el déficit comprometido del 7,6%, y en España el Indicador Sintético de Actividad muestra que en el tercer trimestre habríamos entrado en crecimiento negativo (-1%). La extrema ortodoxia de Alemania sugiere que de tanto combatir el déficit podemos anular el crecimiento, indispensable para que los países más endeudados de la Eurozona puedan devolver lo prestado.