Pep Guardiola. :: AFP
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Emperador Pep Guardiola, año IV

El técnico azulgrana afronta el reto, en su cuarta temporada al frente del Barça, de ser el entrenador culé más laureado

MADRID. Actualizado: Guardar
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Empieza el cuarto año de la era Guardiola en el Barcelona. Y comienza, como no podía ser de otra forma, con un título y ante el eterno rival. Un nuevo éxito con el sello inconfundible desde que el de Santpedor llegó al banquillo culé: el toque y la creación como único camino hacia la victoria. La impronta que está dejando Pep en este equipo y la dimensión de los logros alcanzados cada vez están siendo más reconocidos. La opinión general es casi unánime. Este Barça de Pep ya es uno de los mejores equipos de la historia. La magnitud de los logros alcanzados en tan corto espacio de tiempo y, sobre todo, la forma en la que se están consiguiendo, harán que este equipo sea recordado dentro de 40 o 50 años. Y con él a Guardiola.

Atrás, casi en el olvido, queda aquella sombría derrota el día de su debut en Los Pajaritos ante el Numancia. Muchas voces críticas aparecieron en contra de Pep. Se le achacaba su falta de experiencia. Había pasado de recorrerse los campos de Tercera División con el filial azulgrana a entrenar a la primera plantilla. Pese a las voces discordantes Guardiola se mostró sereno, confiado en sus posibilidades, es decir, fiel a su estilo.

El guía espiritual, el hombre tranquilo que ha sabido transmitir su filosofía a sus jugadores. Ese es Guardiola: meticuloso y ordenado. Pep, que vive por y para el futbol, conectó de inmediato con los futbolistas. Con algunos como Xavi ya coincidió en el campo, por lo que la simbiosis técnico-jugadores se hizo más fácil. Quizá sea ese el mayor logro de Pep, conseguir que el vestuario esté unido y sea feliz. El buen ambiente que se desprende en cada declaración, en cada entrenamiento e incluso en las redes sociales, muy utilizadas por los azulgranas, es evidente. Guardiola sabe de sobra que con buenos jugadores no basta para alcanzar el éxito. El Madrid de los galácticos dio buena prueba de ello. Por ese motivo en su día no quiso a Ronaldinho y sus salidas nocturnas. Se desprendió de Eto'o por sus continuas disputas con él y aguantó a Ibrahimovic una sola campaña por su arrogancia. Los tres jugadores de una calidad excepcional. Pero los tres con un carácter que chocaba con el pensamiento del técnico azulgrana.

Guardiola ha demostrado que un vestuario unido hace la fuerza y es por este motivo que no quiere jugadores díscolos que enturbien la plantilla. El tiempo le ha otorgado la razón.

Promesa cumplida

No se observan limítes para esta plantilla. La contratación de Fàbregas es la pieza que faltaba a un puzle perfecto. El fichaje del canterano se ha realizado a petición expresa de Pep. Ya se lo avisó antes de que emigrara a Londres a buscar fortuna en el Arsenal. «Algún día tú jugarás en el Camp Nou y llevarás el 4 », le dijo Pep al que era solo un crío que ya apuntaba maneras en los alevines del club.

A Cesc se le añade la incorporación del chileno Alexis Sánchez. Desde Barcelona se ha criticado el precio que se ha pagado por un jugador desconocido. Pep, como de costumbre, no se ha pronunciado. Espera paciente a que el tiempo le dé la razón de nuevo con un futbolista que cumple los requisitos que él demanda a la perfección: rapidez, garra y disciplina.

Guardiola se enfrenta este año al reto de convertirse en el entrenador más laureado de la historia culé, así como de afrontar el desafío de que sus jugadores no se acomoden y conserven el hambre de conseguir más títulos.