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La poción secreta

La sangría: nada más típico, ni de receta más variable. En la web están todas, y más

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Existe de todos los tipos y colores. Nació en la Península Ibérica en algún momento hace alrededor de dos siglos y, al igual que otros deliciosos y refrescantes brebajes de origen espontáneo, nadie conoce exactamente cuál es la receta canónica. Cada cual la prepara como le enseñaron, o como puede: es la sangría.

En fin, igual que el bermudeño 'swizzle', la sangría no tiene una composición fija, con lo que conviene emprender una búsqueda para dar con una receta sabrosa y equilibrada.

La clásica viste el vino con azúcar, melocotones, naranjas, limones y canela. A partir de ahí, se puede sustituir el tinto por sidra o cava. Pero también exacerbar las proporciones hasta dar con el consabido y temible zurracapote riojano: según el portal sangria.es, este se basa en la maceración de 16 litros de vino, dos kilos de azúcar, canela, y zumo de dos limones durante cuatro o cinco días.

Allí mismo también damos con una particular sangría caliente para el invierno (!), similar al británico 'Mulled wine' pero con un aire nacional, particular.

Escarbando algo más, sobre todo en páginas extranjeras (¿Alguien siente mayor pasión por la sangría que los turistas?) empiezan a aflorar variantes cuanto menos exóticas: véase la sangría picante (!!) del anglófono spain-recipes.com. Se trata de una pócima a base de vino blanco, brandy, manzanas, melocotones, ciruelas... y chiles troceados. Todo, con un chorro de soda para imbuir de burbujas el invento.

También existe, por supuesto, la sangría sin alcohol; la sangría con melón y con sandía y con peras, metidas en una de esas gruesas jarras de cristal (al parecer, un bien preciado allende nuestras fronteras). Y, para rematar, preparado de sangría: añadir agua, alcohol, congelar y listo. Algo más de medio kilo de sangría (!!!), diez dólares y medio.