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¡Hasta el chiringuito, y más allá!

David Meca se está pasando el verano nadando de fiesta en fiesta

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Bien, un día más me enfrento al abismo insondable de la pantalla en blanco. Una profundidad superior a la de la fosa Mariana. ¿Y de qué voy a hablarles hoy? Pues en este contexto de seminaufragio (un domingo de puente, en mitad de agosto) y dado que la mayoría de la gente considerada normal está ahora en la playa, solo se me ocurre hablar del mar. O, mejor dicho, de una criatura marina. Bueno, marina quizá no, pero anfibia como poco. Me refiero a David Meca. Sí, a Meca, ese hombre. Ese hombre... rana. Y, ahora mismo, el chico de moda. O por lo menos el que más sale en la foto. Yo desde luego me lo voy encontrando en todas y cada una de las imágenes emblemáticas de lo que va de verano. Menos en la del biquini 'flower-power' de doña Letizia en el Fortuna (y quién sabe si no estaba debajo del casco), a Meca se le ha visto 'everywhere': en la isla de Tagomago junto a Norma Duval y su novio Matthias Kühn (un hombre que, como diría Woody Allen, un día se quitará la diéresis del apellido para ponérsela arriba de las cejas); en el yate de Borja y Blanca Thyssen, enseñando a nadar a sus niños, en otra fiesta ibicenca; en un sarao marbellí, junto a Arantxa de Benito y a la hiperbronceadísima Begoña Trapote, una mujer que parece sufrir el síndrome de Michael Jackson pero al revés (a ella le hubiera gustado nacer negra). Begoña, por cierto, además de pertenecer a la 'beautiful toast' marbellí es hermana de la novia de Felipe González. Juntos han estado de crucero este verano surcando el mar Egeo en una goleta... Sí. Sé lo que están pensando. Yo también. Pero para desarrollarlo necesitaré de otro artículo. Y hoy estamos con Meca y su prodigioso don de la ubicuidad. Tita Cervera comentó el otro día que había avistado algún que otro delfín desde el Mata Mua. Albergo firmes sospechas de que se trataba de David Meca.

¿Deberían preocuparse las entusiastas juventudes papistas ante este ser que parece rivalizar en omnipresencia con el Altísimo? No creo. Lo de Meca, lejos de ser algo sobrenatural, tiene una fácil explicación. Él va a todas partes nadando. Y eso en verano (la estación de los atascos y el overbooking) es una enorme ventaja, sin contar lo que se ahorra en billetes de avión, gasolina... De manera que David (como el Goliat Putin) se embute en el neopreno y llega a donde se proponga. Hasta el chiringuito... y más allá. Solo que él jamás se arruga. Tan elegante es que hasta cuando va en neopreno viste de marca. Bueno, de marcas varias, que tiene el buzo más esponsorizado que la camiseta del Barça. Meca se fue el otro día nadando a la isla ibicenca de Tagomago. Me recordó el chiste del catalán que por ahorrarse el pasaje del ferry se va a Mallorca a nado, y al llegar y ver que hay una cuestación se da media vuelta al grito de '¡Ostras, el día de la banderita!'.