DONDE LAS CALLES NO TIENEN NOMBRE

TIEMPOS REVUELTOS CASUALIDADES DEL VERANO

¿No les ha pasado nunca estar de viaje en la Conchinchina y encontrarse con alguien conocido?La Junta ha ofrecido a sus empleados de Justicia trabajar horas extra por la tarde; quizá debería haberlo hecho con parados

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Han llegado las vacaciones para muchos hijos de vecino, entre los que me encuentro. Esta mañana en casa, aprovechando tal circunstancia, nos hemos pertrechado de Don Limpio, lejía y Pronto y le hemos dado un buen repaso a todo. Tras dejar convenientemente guardadas las bayetas y fregonas nos hemos bajado a la piscina para hacer realidad aquello del descanso del guerrero. Y, miren ustedes por donde, me he topado con el abogado, pregonero y cofrade jerezano Enrique Víctor de Mora. Ambos desconocíamos nuestra condición de vecinos, argumento que nos ha servido para iniciar una charla que nos ha llevado después a las casualidades de las vacaciones. ¿No les ha pasado nunca estar de viaje en la Conchinchina y encontrarse con alguien conocido?

Hay anécdotas maravillosas en estas lides. Al ex alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, le oí contar en cierta ocasión que hace años, mientras disfrutaba con unos amigos del paisaje de un remoto parque nacional en Australia -a más de 17.000 kilómetros de distancia- un grito rompió la bucólica tranquilidad que les rodeaba: «¡Pacheco!». Si. Eran unos jerezanos que le habían reconocido. El propio Enrique Víctor me contaba que lo suyo fue en un viaje a Praga con su familia. Querían hacerse una foto, pero una parejita estaba haciendo lo propio y tardaba más de la cuenta. El chico llamaba la atención por su cabello rubio, así que Enrique le comentó a sus padres: «A ver cuándo termina el rubio». En estas el rubio se giró. Era su vecino de Jerez de toda la vida y se fueron a tomar una cerveza para celebrar la coincidencia. Les contaré otra, y, además, en primera persona. Fue hace un par de años. Era el mes de junio, pocos días después del ascenso del Xerez a Primera División. De hecho, recuerdo que aquel día llevaba una reluciente camiseta azulina de mi equipo para mostrar mi orgullo a quien me viera, aunque no creo que muchos supiesen de qué equipo se trataba pues estábamos muy lejos de aquí, en Nueva York. Mi amigo Ángel Espejo y servidor nos salimos a la puerta de un pub para fumar un cigarrito cuando, de repente, escuchamos: «¡Quillo!». Era el también periodista jerezano Jorge Miró, quien había aterrizado en la Gran Manzana pocas horas antes acompañado de su hermano. Vio la camiseta, le llamó la atención y se acercó para descubrir con la boca abierta que éramos sus colegas de Jerez. Nos hicimos una foto para atestiguar un encuentro que parecía absolutamente increíble en una ciudad de nada menos que ocho millones de habitantes y decenas de miles de turistas. Hace poco también me hablaron de una acaudalada señora de Jerez, no sé bien si viuda o divorciada, que tuvo una tórrida aventura amorosa con un chico más joven que ella.

Al parecer, en su círculo aquella relación no habría estado bien vista por lo que nuestra protagonista decidió poner tierra de por medio y se marchó 15 días a Islas Mauricio para dar rienda suelta sus pasiones alejada de miradas indiscretas. Pero también en aquel exótico y remoto destino había de esas miradas. En concreto, uno de Jerez la reconoció y, de vuelta al gallinero, se encargó de pregonar lo que había podido presenciar en Islas Mauricio de tal forma que cuando la buena señora regresó a Jerez su aventura ya era conocida con pelos y detalles por una buena parte de sus refinadas amistades. Es gracioso. En fin, siempre he oído decir que te encuentras con gente de Jerez en todas partes, aunque supongo que en Paterna, Sebastopol o Leganés dirán algo parecido. En ocasiones, estos encuentros pueden ser muy agradables e incluso merecer una celebración, y en otras supongo que serán realmente comprometedores. Vivimos en una aldea global. Yo, por si acaso, no diré donde voy a estar estos días, aunque estoy convencido de que coincidiré con alguien conocido en cualquier momento. Y podremos hablar de lo tieso que está el Ayuntamiento de Jerez, de los fichajes del Xerez Club Deportivo o de qué pena da no tener este año los concierto de Noches de Bohemia en el Alcázar. Prácticamente, como si nos hubiéramos tropezado en medio de la calle Larga, pero en otro punto del planeta.

Qué casualidad.