Editorial

Alarma en vacaciones

El periodo estival no puede ser una excusa para la pasividad ante la crisis de la deuda

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Vuelven a encenderse las alarmas en la zona euro, en buena medida aprovechando que media Europa está de vacaciones. Los mercados desconfían cada vez más de las maltrechas economías de España, Bélgica e Italia y la prima de riesgo en el caso español ha llegado por unos momentos a los 400 puntos básicos, un récord en los años de pertenencia al euro de nuestro país. Este ataque se produce a pesar de las medidas anunciadas hace poco en Bruselas para facilitar el rescate europeo de los países con problemas y la fijación de condiciones muy duras de disminución del gasto público. Parte del problema es que las medidas fijadas en julio no entrarán en vigor en la práctica hasta que pase el mes de agosto y vuelva a ponerse en marcha la maquinaria europea, un modo de gobernar anticuado que puede convertirse en letal. Ayer el presidente Zapatero retrasó sus vacaciones para seguir de cerca la evolución de los mercados, en los que cada vez menos inversores aceptan prestar a los países rescatados y países por rescatar, una categoría en la que muchos incluyen a nuestro país. Ante la gravedad de la situación y con los tipos de interés en aumento no cabe aplazar las soluciones ni tampoco refugiarse en el veraneo y su ritmo lento. Tanto los jefes de gobierno de la Unión Europea y sus ministros de Economía y Finanzas como los responsables del Banco Central Europeo deben preparar desde hoy las decisiones para afrontar los nuevos episodios de la crisis de deuda. En España la tendencia comprobada del Gobierno de Zapatero es no hacer reformas o hacerlas a medias en cuanto tiene la oportunidad. La convocatoria de elecciones para dentro de casi cuatro meses puede ser una nueva excusa para dejarse llevar por la parálisis frente a la responsabilidad. Pero no hay situación de interregno que valga y el Gobierno debe estar a la altura de las circunstancias. La oposición, por su parte, haría bien en anunciar cuanto antes tres o cuatro grandes reformas y algo más que sus líneas maestras, además de apoyar las reformas en curso dictadas desde Bruselas, una actitud que tranquilizaría algo a los mercados. Sobre todo el puente de mando en la Unión no debe permanecer vacío mientras arrecia la tormenta. El cartel de cerrado por vacaciones es un aliciente para demoler el edificio europeo.