Martin Ferguson, un vecino católico de Short Strand, tras el cristal de su vivienda, atacada en los disturbios del lunes en Belfast. :: P. M. / AP
MUNDO

La violencia del pasado resucita en Belfast

Un barrio de la ciudad norirlandesa vive una larga noche de enfrentamientos entre católicos y protestantes con tres heridos de bala

LONDRES. Actualizado: Guardar
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La euforia por la impresionante victoria del norirlandés Rory McIlroy en el open de golf de Estados Unidos dio paso a una mala resaca, con un estallido de violencia sectaria en un barrio de Belfast que despertó el fantasma de los peores tiempos del conflicto de Ulster. Protestantes y católicos se enfrentaron en una conflictiva intersección del este de la ciudad con disparos de bala, cócteles molotov, puñetazos, pedradas y bolas de golf. No hubo víctimas mortales, aunque sí tres heridos de bala, pero la factura de los disturbios es más elevada que las viviendas y locales destrozados el lunes por la noche. Puede ser la chispa que provoque múltiples acciones de revancha entre dos comunidades aún divididas pese al avance del proceso de paz.

El Servicio de Policía de Irlanda del Norte (PSNI) responsabilizó ayer a miembros del grupo paramilitar lealista, la Fuerza de Voluntarios del Ulster (UVF), del ataque inicial en Short Strand, un barrio católico del este de Belfast, que se extendió a urbanizaciones protestantes y arterias limítrofes. Llegaron a participar cerca de medio millar de personas de ambas comunidades. Los disturbios duraron más de cinco horas.

Aún falta por comprobar si la organización paramilitar protestante, que oficialmente observa el alto el fuego y ha decomisado sus armas, sancionó la acción en Short Strand, enclave de fuerte arraigo republicano que está rodeado por barriadas protestantes. Separa sus respectivos feudos un 'muro de la paz', una de las enormes paredes de ladrillo o metal que siguen levantándose en Belfast a pesar del Acuerdo político del Viernes Santo suscrito en 1998.

Según el superintendente Alan McCrum, individuos de la brigada del este de Belfast del UVF atacaron varias viviendas de católicos, desatando una espiral de violencia sectaria en la que se intercambiaron disparos por primera vez en muchos años. Desde el bando republicano salieron seis balas; sus rivales dispararon cinco, incluidas dos que dejaron marcas en un vehículo policial y que McCrum no dudó en encuadrar en el marco de un intento de asesinato de agentes del PSNI. La intervención del IRA o de disidentes republicanos armados se descartó en la todavía fase preliminar de la investigación.

En esta zona se habían registrado incidentes días atrás, pero parece que las autoridades no esperaban un ataque coordinado y premeditado del UVF y tampoco las duras represalias que se produjeron después. Testigos presenciales denunciaron peleas a puñetazos, pedradas entre ambos lados y lluvias de cócteles molotov. El reverendo Mervyn Gibson atendió a dos heridos de bala, ambos en las piernas. «No había visto algo así en una década», explicó el religioso. «Los disturbios fueron extremadamente violentos. Sin una aparente provocación. Es un crudo recordatorio de lo peor del conflicto en Irlanda del Norte», admitió Connall McDevitt, miembro de la Asamblea de Belfast por el moderado partido nacionalista SDLP.

Los líderes políticos pidieron ayer calma, al tiempo que la Policía reforzaba la seguridad en la zona. La tradicionalmente conflictiva temporada de marchas protestantes está a punto de comenzar y los disturbios del lunes pueden endurecer posiciones en las complicadas negociaciones sobre el itinerario de los desfiles más controvertidos. «Necesitamos asegurar que no se incremente la tensión en las próximas semanas», señaló el republicano Martin McGuinness, responsable en el Gobierno autonómico por Sinn Fein. «No se permitirá a una pequeña minoría de individuos arrastrarnos al pasado», comprometió tajante McGuinness.

El ministro principal de Irlanda del Norte, el unionista Peter Robinson, expresó su «frustración y honda preocupación» por la resurrección de la violencia cuando «mucha gente está trabajando duro para construir un futuro mejor para todos en Irlanda del Norte».