Sociedad

Cornelia, la bestia negra de los pepinos

Nada más ser nombrada consejera de Sanidad, Cornelia Prüfer-Storcks sorprendió por sus contundentes medidas, como la de reducir «al máximo» el colectivo de alemanes obesos. Ahora sus víctimas son los agricultores españoles

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Feminista a ultranza y muy sobria. Ni fuma ni bebe ni come 'sushi', no vaya a ser «que tenga parásitos». Y ahí deja la duda, sin pararse a pensar más. Forma parte del estilo de Cornelia Prüfer- Storcks, consejera de Salud y Protección del Consumidor en Hamburgo. No mide sus palabras: aplica a rajatabla una plantilla mental donde se impone la asepsia y el equilibrio, sobre todo la política de cuotas. Desde sus tiempos en la Secretaría de Igualdad de Renania del Norte-Westfalia y la AOK (sistema de seguros alemán), se ha caracterizado por un espíritu indomable.

El azote de los pepinos españoles nunca deja títere con cabeza. Caiga quien caiga; lo mismo nuestros exportadores de productos vegetales que los alemanes con sobrepeso, «un colectivo que debemos reducir al máximo», tal como adelantó nada más tomar posesión del cargo. Habla sin tapujos. Quizás por eso odia «los taladros hasta la garganta». Se refiere, claro, a la consulta del dentista. Lo han publicado recientemente algunos periódicos de Hamburgo y el odontólogo de su pueblo no lo ha desmentido. A nadie debe sorprenderle. Cornelia no se muerde la lengua.

Da igual que tenga delante un enjambre de periodistas con las cámaras al hombro. Ni se le pasó por la cabeza esperar a los análisis de los laboratorios Koch para justificar la etiqueta que colgó a los humildes cucurbitáceos de Almería (o sea, los pepinos), un fruto que se presta al chiste y, se mire como se mire, resulta difícil tacharlo de 'asesino'. Pero, en fin, nunca se sabe... Con tres muertos -ahora ya son 16-, la consejera de Salud en el segundo puerto más importante de Europa, después de Róterdam, no dudó en atribuir a los pepinos españoles la expansión galopante de una infección causada por una variante de las bacterias E. Coli.

Ha tenido que retractarse en su acusación, pero ni se deshace en disculpas ni considera precipitadas sus declaraciones. Todo lo contrario: insiste en que «no tenía alternativa» y achaca a «la falta de precisión de los medios de comunicación» todo el jaleo que se ha armado. ¡Quién la ha visto y quién la ve! Esta exredactora que durante años se quemó las pestañas en diarios regionales, como el Dortmunder Ruhr-Nachrichten, se permite poner a los pies de los caballos a sus antiguos colegas. Dispara al mensajero y duerme tranquila. Y en cuanto al daño económico sufrido por las empresas exportadoras a las que denunció públicamente, ni se molesta en contemplarlo porque «la salud pública está por encima de cualquier valoración».

Visto lo visto, a saber lo que estará rumiando Olaf Scholz, el alcalde socialdemócrata de Hamburgo que a última hora se decantó por Cornelia. Su primera opción para el puesto de consejera era la 'saeta rubia' de la sanidad dentro de las filas del SPD: Carola Reimann, una biotecnóloga de 43 años que se sacó el carné del partido a los 19 y en la actualidad preside la sección de Sanidad, Formación e Investigación en el Bundestag (parlamento federal de Alemania). Ya se abrían los brazos para recibirla en la sala dorada del Ayuntamiento. Vanas ilusiones.

También las 'vacas locas'

La candidata con más posibilidades decidió quedarse en Berlín y terminó cediendo el puesto a una gestora de 55 años que se había curtido, a marchar forzadas, como secretaria de Estado de Salud, Mujeres y Familia en Renania Norte-Westfalia. Allí trabajó entre 1999 y 2005, con el ahínco de siempre y se hizo valer cuando le tocó lidiar con la crisis de las 'vacas locas' que se saldó con la muerte de 14 personas y el hundimiento de la industria ganadera nacional. Ahora, con 55 años, ya estaba pensando en una jubilación anticipada y dorada. No pudo ser.

Al final, fue seleccionada para velar por la altísima calidad de vida de los hamburgueses. Son cerca de dos millones afincados en la urbe con mayor PIB del país (50.000 euros por habitante), una suerte que defienden con uñas y dientes. No es una plaza fácil. De ahí que -al decir de sus críticos- Cornelia haya apostado por bailarles el agua en contra de los principios básicos del periodismo, la política y el sentido común. Se le reprocha que haya olvidado un 'abc' más básico que los mandamientos (libertad, igualdad, solidaridad y productividad) que defendía el mítico Willy Brandt. Dicho con pocas palabras: la consejera acusó alegremente antes de contrastar, por lo menos, dos opiniones. Y aun así, el Gobierno de la conservadora Angela Merkel ha aplaudido su aplomo y reflejos. «Obró como le correspondía», ha zanjado la ministra para la Protección del Consumidor, Ilse Aigner.

Un criterio que no comparte el Ejecutivo español. El vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba, no descarta emprender acciones legales contra las autoridades de Hamburgo. Y a mucha honra, que nuestros pepinos se merecen un respeto.