MAR DE LEVA

La cantera

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Una de las grandes características del carnaval es la manera en que se pone la máscara y se camufla de un año para otro, hasta conseguir que no se le reconozca. El carnaval de hoy se parece poco al carnaval de hace cinco años, o al de veinte, y no digamos ya a las famosas fiestas típicas que, reconozcámoslo, sirvieron para sostener la tradición en una época donde no estaba bien visto el antifaz ni la crítica.

El carnaval evoluciona, o se anquilosa, y a veces incluso muta. Cuando nos damos cuenta, ya no se parece al carnaval que recordamos de nuestra infancia o nuestros años mozos. Y lo tomas o lo dejas: el carnaval es así. No puede tener reglas más que del escenario del Falla para adentro, y es en la calle donde gaditanos y guiris campan a sus anchas. Hemos visto los coros atascados en la Plaza y los hemos visto repartidos, y bien repartidos, por todas las calles de Cádiz, incluido extramuros. Hemos visto tablaos y nuevas peñas, fiestas gastronómicas terminadas en «ada» que antes no existían, y los expertos ya saben dónde y a qué hora encontrar a las chirigotas ilegales de solera, y hasta el carnaval chiquito tiene ya una tradición que no hay quien derribe. Todo es igual y nada es lo mismo.

Nos queda una asignatura pendiente, todavía, y es la participación activa de la mujer en la fiesta. Quitando las valientes pioneras de las comparsas femeninas, o de los pocos coros mixtos, o alguna compositora o música de orquesta, el Falla sigue siendo un concurso de hombres. Uno sigue sin comprender, por ejemplo, por qué los cuartetos siguen usando actores masculinos para hacer personajes femeninos, o por qué las comparsas, tan dadas de un tiempo a esta parte a las voces agudas, no son también mixtas.

Pero el cambio está ahí, y es inevitable. Miren ustedes las caritas de los críos de ese bello invento que es el Carnaval en el aula: agrupaciones compuestas por niños y niñas en armonía. Fíjense ustedes en los ojitos de las chiquillas, la ilusión, los nervios. Tienen ya el veneno del carnaval dentro. Y de aquí a que pasen cinco o diez años, ¿creen ustedes que muchas de ellas se contentarán con ser ninfas o quedarse solo en las agrupaciones callejeras? Esa cantera que ahora se presenta fugazmente al escenario asaltará también, tarde o temprano, las bambalinas del Falla. Lo hacen desde todos los puntos de España y lo tendrán que hacer también desde la otra mitad de los habitantes de Cádiz.

El carnaval del futuro será un carnaval integrado y mixto en todas las modalidades. Es la evolución/mutación que nos espera. Y es bueno que así sea.