Editorial

Alza de precios

El IPC adelantado vuelve a mostrar que la recuperación de la economía española se encuentra en los mercados exteriores

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La subida del indicador adelantado de los precios de consumo hasta un 3,3% anual al finalizar el mes de enero ha incrementado la preocupación sobre la suerte que espera a la economía española a lo largo de 2011. El hecho de que la inflación subyacente -que no recoge ni el precio de la energía ni el de los alimentos elaborados- continúe baja constituye un factor tranquilizador. Pero en cualquier caso España presenta también en este capítulo un dato diferencial respecto al 2,4% que presenta la eurozona. Esto último no parece inquietar al Banco Central Europeo hasta el punto de responder con una subida en los tipos de interés. Pero el aumento del euribor por décimo mes consecutivo hasta situarse en el 1,55% introduce otra carga sobre la economía de las familias que puede repercutir en un mayor retraimiento del consumo interior. Las previsiones más alentadoras, a las que se apunta el Gobierno, descartan que la economía española se encuentre al borde de la estanflación, porque dan por descontado que durante este año se dará inicio a la recuperación -tras constatar que se decreció un 0,2% el pasado- y que los precios describirán una curva descendente en la segunda mitad del ejercicio. No cabe duda de que la situación descrita subraya la necesidad que nuestra economía tiene de activarse a cuenta de los mercados exteriores incrementando con urgencia la competitividad de las empresas y su capacidad para operar en el ámbito internacional. Además, y desde el deseo de que la inflación no se convierta en un problema acuciante para el conjunto de la zona euro, las instituciones no contarían con más instrumentos para atenuar los efectos sociales de un incremento sostenido de precios que los recomendados para emprender el previsiblemente lento camino del crecimiento a través de las reformas pendientes. Es posible que la inestabilidad en algunos países árabes mantenga al alza los precios del crudo, planteando de nuevo el problema de la dependencia energética europea en relación al margen de maniobra con el que cuentan los emergentes. Sería en todo caso este el terreno en el que debería hacerse notar el peso de la política de la Unión, que tan cautelosamente asiste a los acontecimientos que se producen al otro lado del Mediterráneo.