Casini gesticula ante Fini en la cámara de diputados italiana durante una sesión el pasado martes. :: AFP
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Pruebas para un nuevo mapa político en Italia

Los exiguos apoyos de Berlusconi y la perspectiva de comicios anticipados abren una fase que dibuja otra vez el laberinto de partidos

ROMA. Actualizado: Guardar
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Tras una semana de convulsión política en Italia, la polvareda se disipa y ¿qué se ve? Pues no se sabe. Todo es urgente, con la crisis económica mundial que también atenaza al país, reformas que esperan desde hace años, pero se abre con toda tranquilidad una nueva pausa de recreo para las tácticas. Durará las navidades y ya se dice que hasta final de enero. Para los ciudadanos resulta desesperante cómo las decisiones se posponen mes tras mes y la única prioridad son los intereses de cada partido. La política va por un lado e Italia funciona sola.

En este momento los políticos prefieren su guerra de nervios y de posiciones, no hay prisa. Hablan de elecciones anticipadas desde hace más de un año, cuando empezaron a emerger las discrepancias de Gianfranco Fini, cofundador del PDL de Berlusconi, con la línea del Gobierno. Los dos líderes del gran partido del centroderecha rompieron en público en abril. Fini fue expulsado en julio. Formó un nuevo partido en agosto, Futuro y Libertad (FLI), y la marcha de sus 35 diputados dejó al fogoso mandatario en minoría. Pero Fini jugó a cocinarle al baño maría y hasta noviembre no se animó a pedir su dimisión. Cuando quiso derribarle en serio el martes ya era tarde. La campaña de fichajes de 'Il Cavaliere' le había dado nueve tránsfugas, suficientes para sobrevivir a la moción de censura por tres votos.

La situación ahora es clara: o Berlusconi se inventa algo para apuntalar la mayoría raspada de su Ejecutivo o habrá elecciones anticipadas. De momento va de chulo diciendo que no le hace falta negociar con nadie, porque ya tiene ocho chaqueteros más haciendo cola. Conociendo la política italiana y sobre todo a Berlusconi no se puede descartar que sea verdad. Pero si es un farol solo es para ganar tiempo e intentar la única jugada que le vale: un pacto con la UDC democristiana de Pierferdinando Casini, otro exaliado que rompió con él en 2008.

Una pieza clave en este tiempo muerto es la Liga Norte, socio del Ejecutivo, que quiere ir a las urnas ya. Su líder, Umberto Bossi, lo repitió ayer. Si Berlusconi no logra tenerlos tranquilos y la Liga se harta se acabó. Pero si no la pieza central del rompecabezas es Casini, que tiene ante sí tres opciones y mantiene las tres vivas. Una, auxiliar al Gobierno, sacarse algún ministro y agotar la legislatura hasta 2013. La segunda vía es formar un nuevo bloque de centroderecha que intente ser alternativo al monopolio berlusconiano de los últimos 17 años. El proyecto es el llamado Tercer Polo, en oposición a los dos tradicionales de derecha e izquierda, que reúne a la UDC, FLI de Fini y dos formaciones de centro, una rebotada de la izquierda, el API de Francesco Rutelli, y otra, de la derecha, el MPA siciliano de Raffaelle Lombardo.

Subir el precio

Este tinglado aún está verde, aunque sus promotores juguetean con él desde junio, y no está claro si ayudarán a sobrevivir al Gobierno con condiciones o forzarán las elecciones. En cualquier caso a Casini le sirve para subir su precio. En Italia siempre hay espacio en el centro para experimentos, que sirven para aliarse con quien más convenga de un lado u otro. De ahí la última opción de Casini: unirse al principal partido de centroizquierda, el Partido Demócrata (PD), en un gran frente antiBerlusconi.

El PD continúa la crisis de identidad que le caracteriza desde que nació y. Fue un empeño de Walter Veltroni para batir a Berlusconi en 2008, un gran partido reformista que va solo a las urnas, sin alianzas con la incómoda tropa de comunistas y verdes que luego en el Gobierno dan tantos problemas. Lo comprobó Prodi en sus dos tormentosas experiencias de coaliciones de hasta nueve partidos en 1996 y 2006. Pero Veltroni perdió y cuando empezaron los navajazos internos se rindió.

Ahora el líder es Pierluigi Bersani y el debate sigue sin cerrarse: ¿inclinarse al centro, a Casini e incluso ahora a Fini, con esta gran oportunidad que abre su ruptura con Berlusconi, o mantenerse pegado a la izquierda y al belicoso exmagistrado Di Pietro? El drama del PD es que tiene que elegir y cada opción es excluyente. Deriva de su tragedia original y causa un trauma íntimo: cada decisión disgusta a un sector y puede causar nuevas escisiones.

Como se barruntan elecciones Di Pietro y Nichi Vendola, el gran valor en alza de la izquierda y líder de SEL (Izquierda Ecología Libertad), han lanzado ya su ultimátum a Bersani: o con nosotros o con la banda del centro. El momento de la verdad en Italia es algo de una incomodidad insufrible, se retrasa siempre hasta lo inevitable. De momento todos lo evitan, a ver quién se mueve primero.