Hillary Clinton, con gesto de preocupación durante una rueda de prensa en Washington, en 2009 . :: AFP
MUNDO

Wikileaks dinamita la diplomacia de EE UU

Los 250.000 mensajes confidenciales filtrados ponen a Washington en una situación comprometida La mayor difusión de informes secretos desvela el espionaje desde las embajadas a presidentes, primeros ministros y a altos funcionarios de la ONU

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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La cascada de filtraciones de las actividades secretas de Estados Unidos desencadenada por la web Wikileaks en los últimos meses golpeó de lleno ayer a la Administración de Barack Obama tras la divulgación de un nuevo paquete de 250.000 mensajes confidenciales que proporcionan una mirada sin precedentes a la trastienda de las embajadas norteamericanas alrededor del mundo.

Con un lenguaje desnudo y a veces brutal, las descripciones que se hacen de líderes extranjeros o el seguimiento a que son sometidos tanto los amigos como los enemigos por el Departamento de Estado que dirige Hillary Clinton y los servicios secretos colocan a Washington en una situación muy comprometida que podría mermar su capacidad de liderazgo. Algunos de esos mensajes, divulgados al unísono por diarios como 'The New York Times', el francés 'Le Monde' o el semanario alemán 'Der Spiegel', están fechados tan recientemente como el pasado febrero y se extienden a todo al actual periodo de los demócratas en la Casa Blanca. En ellos abundan las comunicaciones en las que EE UU dio orden a su vasta red de sedes diplomáticas para que ejercieran de espías y recolectaran información de personas en el extranjero y en Naciones Unidas.

Los datos requeridos por el Departamento de Estado afectan a los niveles medios y altos de varias docenas de gobiernos extranjeros aunque destacan la minuciosidad con que se siguen los movimientos de presidentes y primeros ministros. Horarios de trabajo o números de tarjeta de crédito formaban parte de los requerimientos habituales. Los cables también atesoran entrevistas secretas de alto nivel, actividades de espionaje o conversaciones clave para entender las preocupaciones y objetivos de la diplomacia de EE UU.

En cuanto a la política exterior estadounidense con Irán los documentos desvelan la gran preocupación de Washington ante una posible guerra con la república islámica. «Una guerra convencional ahora sería preferible a un Irán nuclear», llegan a decir los gobernantes de Emiratos Árabes Unidos y Bahrein en sus conversaciones con altos cargos de la Administración Obama. Contrariamente al sentir de la Casa Blanca, la mayoría de los líderes árabes ven mucho más devastador para la zona enfrascarse en un conflicto militar preventivo.

En otro informe del embajador de EE UU en Riad, James Smith, enviado a la secretaria de Estado se transcribe una conversación del rey Abdalá con el general James Jones, consejero de Seguridad Nacional: «Si Irán logra desarrollar armas nucleares, todos en la región harán lo mismo, incluida Arabia Saudi», advierte el monarca.

Por su parte, el diario británico 'The Guardian' incide en que los encargos de Washington también alcanzaron a los principales funcionarios de Naciones Unidas en puestos clave alrededor del mundo. Esto incluía «desde subsecretarios, a directores de agencias especializadas, ayudantes del secretario general, responsables de las operaciones de paz y misiones políticas de campo, además de comandantes». Asimismo, la directiva de Hillary Clinton solicitaba la recopilación de información de todo lo relacionado con «la dirección y la toma de decisiones» de Ban Ki-moon.

Órdenes de Clinton

La cosa no acababa ahí. El Gobierno demócrata quería saberlo todo: números de tarjetas de crédito, direcciones de correo electrónico, números de fax e incluso los números de cuenta e información «biométrica y biográfica de todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad Permanente de Naciones Unidas», señala uno de los documentos. La orden de Clinton iba dirigida a las misiones de EE UU en las oficinas de la ONU en Nueva York, Viena y Roma, y a 33 embajadas y consulados, incluidas las de Londres, París y Moscú.

El 40,5% de los documentos están considerados como confidenciales y el 6% de los cables, unos 15.600, son secretos, según informó en los últimos días 'Der Spiegel', una de las publicaciones que tuvo acceso previo a los documentos. Como sucedió con anteriores filtraciones, el nuevo paquete de mensajes podría proceder del Siprnet, un sistema de comunicación que usa Defensa y al que tendrían acceso unos 2,5 millones de funcionarios estadounidenses.

En las últimas horas, el Gobierno norteamericano había advertido mediante una carta al fundador de Wikileaks, Julian Assange, de que la divulgación de estos documentos obtenidos de funcionarios sin autorización oficial puede tener una graves consecuencias.

Una vez conocido el contenido, un portavoz del Departamento de Estado repitió, como ya sucedió con la divulgación de los papeles de Irak y Afganistán, que la filtración pone en peligro incontables vidas, amenaza la lucha contra el terrorismo y afecta a las relaciones de Washington con sus aliados. En una carta dirigida a Assange y a su abogado, difundida la noche del sábado, el asesor jurídico del Departamento de Estado, Harold Koh, subrayó que la difusión de ese material obtenido sin autorización oficial es ilegal. En una videoconferencia ante periodistas en Jordania, Assange destacó que las nuevas revelaciones van más allá de los asuntos internos de EE UU y afectan a «todos los grandes asuntos de cada país».