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La fuerza mental ha permitido a Nadal remontar partidos imposibles a lo largo de su carrera

MADRID. Actualizado: Guardar
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La capacidad de concentración y de sufrimiento de Rafa Nadal no tiene límites. Por más que pase el tiempo, por muchos trofeos y premios que conquiste, cuando Nadal entra en la pista sólo piensa en una cosa: ganar. El manacorense, comience el partido bien o mal, siempre tiene en la mente que para lograr la victoria hay que sufrir. Y para ello, hay una faceta de su juego que, por mucho que se repita, que se destaque constantemente, no deja de sorprender a expertos y aficionados: el poder mental del balear.

La remontada en los cuartos de final de Toronto ante Philipp Kohlschreiber es una prueba más de la capacidad de lucha y sacrificio de Nadal. Sin apenas tocar la raqueta en verano, y llegando muy «justito», el número uno del mundo fue capaz de sobreponerse a una situación adversa para llevarse el encuentro.

Esto no es nuevo. El tenista balear tiene acostumbrada a la afición española a remontadas heroicas. Uno de los primeros partidos memorables en los que se forjó la leyenda del de Manacor fue la final del Masters de Madrid del 2005. En ese partido, un joven Nadal, aupado por un público entregado, consiguió levantarle dos sets en contra al octavo favorito del torneo, Ivan Ljubicic.

Las grandes remontadas de Nadal no quedan ahí. Su segundo Roland Garros lo consiguió después de comenzar perdiendo el primer set por 6-1 ante Roger Federer. Pero si hay un momento de su carrera en el que la fortaleza mental del número uno del mundo se hizo patente fue en la conquista de su primer Wimbledon.