opinión

Ojú, qué bajío

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Es frecuente que la gente se lamente cuando las cosas no les van bien. ¿Qué habré hecho yo para merecer esto? Entonces les entra un mosqueo satánico y descargan su ira, que no es más que impotencia, contra tirios y troyanos. Impotencia que es sinónimo de incapacidad, ineptitud, ineficacia, inutilidad y más cosas que avalan certeramente el ‘qué habré hecho yo’?

¿Qué habrá hecho Cádiz para merecerse tanta impotencia y tan mal bajío? Vista la realidad de nuestra ciudad, Cádiz es un cúmulo de despropósitos que no la remedia ni la mare que la parió. Ni tirios ni troyanos se salvan de la ira culpándose unos a otros de la decadencia y el hazmerreír de la ciudad que sonríe por no llorar. Cádiz es un cotidiano cachondeo se mire por donde se mire sin remedio y sin futuro. Todo fracasa. Todo es papel mojado. Todo son falacias y mentiras acarameladas. Aquí los proyectos fallan. El futuro se difumina y como Pilatos, se lavan groseramente las manos para sacudirse el polvo. La lista de mamoneos es interminable y me temo que lo seguirá siendo hasta que el gaditano no sea capaz de reaccionar y decir: ¡Basta ya!

¿Y de futbol qué? Nada, en Segunda B… «Los resultados no nos importan» ¿Y del segundo puente? «Ya se hará, tranqui». ¿Se celebrará el Doce? «Bueno, se hará lo que se pueda». ¿Y el nuevo hospital? «Aaauuuu». ¿Y las infraestructuras programadas? «No hay dinero». La crisis está haciendo estragos con Cádiz. ¿De quién es la culpa? ¡De todos! De los de arriba y de los de abajo. De los tontos y de los listos. Entre todos la matamos y ella sola se murió. ¡Pobre Cádiz! Que poco la queremos y la defendemos, por mucho que presumamos de ello. Es tétrico y vergonzoso. Pero cierto.