SOMOS DOSCIENTOS MIL

IGNORANDO LO OBVIO

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Durante buena parte de la semana que hoy concluye, ha sido actualidad en Jerez el tema de los autobuses urbanos, sus múltiples problemas (desde los reiterados impagos de nóminas hasta la vetustez de los vehículos), incluso la posibilidad de que una nueva empresa llegada desde Asturias se haga cargo del servicio.

Por medio de toda esta polémica se pasea la delegada de Movilidad de nuestro Ayuntamiento, Doña María del Carmen Martínez, de quien la página web del propio Ayuntamiento tan sólo aporta en su currículo que es una conocida empresaria en La Barca de la Florida, localidad donde regenta una pyme desde hace años (peluquería para ser exactos). Y aporto dicho dato, extraído de fuentes oficiales, pues igual que el zapatero debe dedicarse a sus zapatos, entiendo que el peluquero, en este caso la peluquera, debe hacerlo a sus rizos y tintes.

No sé si coincidirán con este cronista pero, para cualquier actividad a la que uno quiera dedicarse, es requisito imprescindible tener los conocimientos necesarios. No entendería que me operara del corazón alguien que no fuera cirujano cardiaco y, por idénticos motivos, tampoco comprendería que un taxi lo condujera quien no posea carnet. Sin embargo, por razones que no adivino, la política es un cajón de sastre al que accede cualquiera, incluso carente de la mínima preparación. Ello trae consecuencias que van desde lo trágico hasta lo meramente anecdótico, como es el caso de la delegada que, posiblemente, será una gran profesional de la tijera y el secador más, a diario, demuestra que lo de la movilidad o los transportes urbanos no son precisamente su fuerte. De las distintas declaraciones que esta señora ha realizado a lo largo de la semana, me van a permitir centrarme en dos, a considerar como auténticas perlas del disparate político local. En la primera de ellas la señora Martínez, hablando sobre el precio de los autobuses y la subvención municipal a la concesionaria, afirmó (y entrecomillo textualmente) que: «el precio del transporte urbano en Jerez es caro en cuanto a la subvención del municipio, pero no es un transporte caro para el usuario, pues de cara al mismo el transporte resulta bastante asequible».

¡Olé por la delegada! Nuestra política, que además cobra como cuarta Teniente de Alcaldesa de una ciudad de 200.000 habitantes, ignora que la subvención municipal se abona gracias a que los ciudadanos pagamos impuestos. Así que si el servicio es caro por la subvención, también lo es para el ciudadano 'paganini' de los impuestos, por muy barato que resulte el billete.

Pero no contenta con la anterior reflexión, la propia Delegada vuelve a dejar otra perla al hablar sobre la nueva empresa que se encargaría de los autobuses. Doña Carmen aseveró que: «La filosofía que se quiere implantar en el transporte público jerezano es que sea útil, cómodo y que se adapte a las necesidades de los usuarios». ¡De nuevo olé! Teniendo en cuenta que el partido que sustenta a dicha delegada gobierna Jerez desde enero de 2005, uno concluye que, hasta ahora, la filosofía de nuestro transporte público ha sido la inutilidad, incomodidad e inadaptación a las necesidades del usuario. Eso explica la enorme perdida de viajeros que los autobuses han experimentado en estos últimos cinco años.

Así que reitero lo imprescindible que resulta tener cierta preparación para aquello a lo que uno se dedica pues, aunque alguien pueda hallar algún paralelismo, al menos el cronista firmante no acierta a entender que similitud existe entre hacer permanentes o aplicar tintes, y gestionar el sistema del transporte público de una gran ciudad máxime, si como es el caso de la Delegada encargada, ignora cosas que resultan tan obvias, que le bastaría con leer algunos artículo de la Constitución Española para lograr entenderlas.

Dentro del espíritu informativo, que mueve al firmante de las presentes líneas, le recomiendo que, al menos, lea el apartado 2º del primer artículo, que dice que la soberanía nacional reside en el pueblo español, o el artículo 142, justo el que aclara que los Ayuntamientos se nutren de tributos propios y participación en los del Estado y las Comunidades Autónomas, por lo que cualquier subvención que usted dé, aunque no lo crea, también la pagamos los ciudadanos.