La oveja-abeja de Sueiras es una de las obras más destacadas. :: O. CH.
ARTE

Juegos visuales que invitan a reflexionar

El artista portuense cuestiona la relación del hombre con el medio natural a través de imágenes irónicas y seres 'evolucionados'El pintor Daniel Sueiras muestra en la sala CAI de El Puerto su colección 'Selección Natural'

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Una naranja con tapón a rosca que invita a degustar su zumo a sorbos, una manzana que al cortarse con un cuchillo aloja en su interior pequeños granos de granada, un espléndido tomate que nos informa de su peso neto, un árbol cuyas ramas dan lápices, una mujer tiburón que nada tan rápido como un pez... Todos estos extraños seres llenan estos días las paredes de la Sala Caja Inmaculada de El Puerto. A lo largo de dos plantas, se muestran sin pudor ante el espectador. En el universo de Daniel Sueiras la imaginación no tiene límites. El pintor alicantino afincado en El Puerto inauguró el viernes en este espacio expositivo de su ciudad una gran muestra de su colección 'Selección Natural'. Inspirado por la Teoría de Darwin, Suiras crea seres 'evolucionados' para satisfacción del ser humano.

Su obra, en mayor o menor medida, siempre aloja una reflexión sobre la relación del hombre con el medio natural. Cuando leyó 'El presente eterno' de Sigfried Giedion, sobre las primeras manifestaciones artísticas en la época prehistórica, se dio cuenta de que los hombres en aquella época representaban siempre a los animales con todo lujo de detalles, mientras que las figuras humanas eran simples y esquemáticas. «Era porque no se consideraban dignos de ser representados de forma más realista», explica Sueiras. «Yo siempre me he sentido así». En palabras del pintor, «vivimos alienados del medio natural», no en comunión con él. Es más, «pensamos que la naturaleza está ahí para satisfacer nuestras necesidades», apostilla.

Daniel Sueiras se fue a Estados Unidos a acabar los estudios preuniversitarios y allí fue donde empezó a pintar. Después, ingresó en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, donde se inició también en la escultura. Sus obras escultóricas, al igual que su pintura, rozan el hiperrealismo. Sus bustos de hombres con cuernos de ciervo, colmillos que surgen de los labios o picos de pájaro a modo de boca resultan inquietantes. Cada uno de ellos luce un nombre científico: 'homo sapiens cervidae', 'homo camouflagis'... Colocados a modo de trofeo, como los ciervos o toros que llenan las ventas de los pueblos españoles, las cabezas humanas lucen por las paredes de la sala CAI. «Podrían ser los trofeos de unos extraterrestres», bromea Sueiras.

Algunas de las piezas de la muestra tienen cerca de tres o cuatro años de vida, mientras que otras han venido a sustituir a las vendidas en las galerías con las que suele trabajar el autor. En febrero, estuvo con la madrileña Marita Segovia en ArtMadrid, una feria «muy bien montada» que viene a completar la oferta que no cubre ARCO. «Es una representación del arte nacional», asegura, ya que la feria internacional ha ido posando su mirada hacia el extranjero. Parte de 'Selección Natural' pudo verse hace tres años en la galería Gades de Chiclana. A Sueiras no le faltan ideas para seguir completando la colección. «Las tengo que apuntar porque no tengo tiempo para llevarlas a cabo», se excusa.

Retratos insólitos

Influenciado por el arte egipcio y sumerio, sus figuras lucen hieráticas como lo hacían los faraones representados en las tumbas de El Cairo. «No reflejo acción, retrato a mis personajes quietos, mirando fijamente al espectador». Intrigado por la psicología del retrato, sus obras recuerdan a los óleos renacentistas y sus enigmáticos protagonistas. Eso sí, aquí los retratados son pingüinos o peces. «Quería ironizar sobre conceptos como el de personaje ilustre», reconoce el autor. «Incluso llegué a pintar varios monos enchaquetados», sonríe burlón.

Una de las curiosidades de la exposición es una vitrina que muestra fósiles y dibujos científicos, como los que decorarían el despacho de un paleontólogo. Junto a ella, se alza el 'arbor lapicerum', de cuyas ramas salen lápices con una punta envidiable. Junto a la planta, Suiras ya fantasea con crear nuevas variedades de tan insólita obra: «quiero hacer otro árbol que tenga plumas y de huevos y otro del que pendan lámparas...».