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La tranquilidad gaditana, truncada por la banda terrorista

La detención de un etarra en Tarifa es una de las últimas intervenciones en una provincia tranquila

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Hasta ayer, la vinculación de Cádiz con la banda terrorista ETA se limitaba a los presos que acogen las cárceles gaditanas y el asesinato en Sevilla de la procuradora gaditana Ascensión García Ortiz en 1998. Además, hace escasos meses las fuerzas de seguridad españolas detuvieron a un miembro de la banda en Tarifa. Sin embargo, ahora la presencia de la banda en la zona va más allá de las cárceles.

En total, las cárceles de Cádiz acogen a 55 presos de ETA: 15 en Puerto I, 11 en Puerto II, 13 en Puerto III y 16 en Algeciras. Su presencia en la provincia se debe a una minuciosa y constante actuación del Ministerio del Interior destinada a desestabilizar el frente penitenciario de la organización terrorista. Así en uno de los últimos movimientos se produjo en noviembre del año anterior: Interior sacó de Puerto III a los ex cabecillas José Javier Zabaleta Elosegi y José Javier Arizkuren Ruiz e internó en la prisión portuense a otros miembros de la banda.

La detención del etarra en Tarifa, del que no trascendieron más datos, se une a la que se vivió en Cádiz hace ahora cinco años. En aquel entonces, el escenario de la detención fue la capital. Ixone Fernández fue detenida en la céntrica plaza de El Palillero por una supuesta colaboración con la banda ETA que posteriormente fue descartada en julio del año pasado. La Audiencia Nacional no pudo demostrar que las fotos de políticos andaluces (entre los que se encotraba Teófila Martínez) que la acusada guardaba estaban destindas a colaborar con la banda terrorista.

Todas estas actuaciones en la provincia adquieren un matiz secundario si atienden a los hechos que ocurrieron en la noche del 30 de enero de 1998 en Sevilla. El concejal sevillano Alberto Jiménez Becerril y su mujer, la procuradora gaditana Ascensión García Ortíz, fueron asesinados con dos tiros a bocajarro en la céntrica calle Don Remondo. Esa fue una de las veces en la que la opinión pública gaditana sintió más de cerca la violencia terrorista de ETA.