Un niño intenta conseguir la camiseta de Leo Messi tras el partido de La Rosaleda. / reuters

Primeras sombras en el Barça de Luis Enrique

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Los matices tácticos que introdujo Luis Enrique en el Barça comienzan a ser contrarrestados por los rivales. Obligado a respetar la filosofía y el estilo azulgrana de siempre para no ofender a ese entorno tan purista que crucificó exactamente hace un año al Tata Martino por perder la posesión del esférico en Vallecas (51% para el Rayo) pese a ganar 0-4, el técnico asturiano sigue apostando por el toque y el ataque posicional y sólo varía la forma de buscar portería de los extremos, que ahora entran por dentro dejando las bandas a los laterales, muy adelantados. En la fase ofensiva, el equipo azulgrana pasa del tradicional 4-3-3 a una especie de 3-3-4 con protagonismo para Sergio Busquets, fundamental en la creación por delante de los centrales, y Messi. El argentino retrocede unos metros a la altura de Iniesta y Rakitic para poder tener hasta cuatro líneas de pase con cuatro jugadores por delante: los dos puntas, más verticales, y los dos laterales, más abiertos.

No era ninguna revolución extraordinaria, pero el factor sorpresa de haber cambiado algo dio los primeros resultados positivos. El Apoel de Nicosia, que sólo perdió 1-0 en la Liga de Campeones, ya enseñó el camino a los adversarios con un sistema defensivo muy trabajado. El Levante también se le atragantó durante media hora muy espesa hasta que marcó Neymar y sólo cedió con diez. Y el Málaga ya supo poner cerco a Busquets y Messi por el centro y tapó las subidas de los laterales con sus extremos concentrados en tareas defensivas. Javi Gracia nunca fue un entrenador ultradefensivo, pero entendió que para lograr «un puntazo», como definió el 0-0 de La Rosaleda, tocaba plantar un bosque de piernas en campo propio.

Decía Luis Enrique hace unos días que el Barça tiene preparados planes alternativos que iremos viendo sobre la marcha. Posiblemente vea necesario utilizar ya un plan B, porque el buen trabajo del Málaga, reconocido por el asturiano («Ha sido mérito suyo; el empate es justo»), va a ser analizado e imitado por los técnicos de los próximos rivales. La 'Messidependencia' sigue existiendo, ya sea como goleador o como autor del último pase, y compensa dedicarse a incomodar al ‘10’ porque Neymar es demasiado irregular y a Pedro se le ha apagado la luz en los metros finales. Iniesta, por su parte, todavía busca su sitio en un sistema que le obliga a correr como hace años que no hacía, más propicio para un todoterreno como Rakitic. Con los laterales tan arriba, los interiores deben estar tan atentos al repliegue rápido que pisan menos área. Empatar en Málaga no es un drama, pero lo que sí preocupa es que el Barça no fuera capaz de disparar entre los tres palos durante todo el partido. Y tampoco creó mucho peligro más con remates fuera.

Sí sigue siendo digna de elogio la actitud de todos los jugadores, generosos en el esfuerzo, prestos para acudir a la presión alta para recuperar pronto el balón y solidarios en el repliegue. Claudio Bravo ya encadena cinco partidos sin encajar goles, aunque una falta lanzada por Luis Alberto al poste le dio un buen susto. Se percibe que el Barça está bien trabajado físicamente y Luis Enrique intenta que todos estén frescos con sus rotaciones. Sin embargo, ya es demasiado evidente su apuesta por una serie de jugadores por delante de otros. Busquets, Iniesta y Rakitic forman su media ideal, una idea en la que no tiene cabida Xavi. Y Messi sigue jugándolo todo pese a que en La Rosaleda ya no se le vio fresco. Por carácter que tenga el técnico, cuesta creer que el argentino vaya a pasar por la grada por descanso, algo que sí se intuye que sucederá con Neymar, otra vez enfadado por ser el primer cambio, esta vez sin lesión. Luis Enrique quiere que sea más decisivo y le crispa verle perdido en regates improductivos y filigranas de cara a la galería.

Las rotaciones en Málaga fueron defensivas, con Douglas, Piqué y Bartra entrando por Alves, Mascherano y Mathieu. Sólo se mantuvo Alba. Los dos centrales demostraron su calidad, se compenetraron bien y se reivindicaron. Lo de Douglas, que debutaba, ya entra dentro de la ciencia ficción. Aunque Luis Enrique aseguró que «ha jugado al nivel de sus compañeros», en Málaga quedó patente que el brasileño no tiene el nivel que debe exigirse en el Barça, el listón de calidad que muchos canteranos no superan en el fútbol base y que motiva su cambio de aires de forma prematura. No tuvo culpa de que el equipo azulgrana no ganara, pero su presencia en el campo chirrió y permitió suspicacias. Alves lo vio desde Barcelona y Montoya alucinó en la grada. Adriano, lateral zurdo, acabó entrando por él en la derecha. Todo muy raro.