Aficionados galeses

El rugby no es fútbol

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Inglaterra vive en un acalorado debate deportivo acerca de cómo afrontar el Mundial de Rugby que allí se celebra en 2015. Y es que el rugby no es fútbol.

No vamos a caer en el tan manido tópico de que el rugby 'es un deporte de bestias jugado por caballeros', ni siquiera en lo que pase dentro del césped. La raiz del asunto es que las autoridades estudian tratar a las aficiones de los países como si se tratase de una competición futbolera. Esto es, separadas, con sus respectivas 'fan-zone' y con espacios reservados y aislados en los estadios, siendo valorada la opción de que medidas de seguridad aparezcan entre ellas.

Los organismos tratan de velar por la tranquilidad y la seguridad de los turistas que se desplacen a Inglaterra para ver el campeonato pero, ¿Son realmente necesarias estas medidas hablando de aficiones de rugby?

El pasado fin de semana se produjo una semifinal de la Heineken Cup, algo así como la Champions del rugby. En ella se midieron Saracens y Clermont, ingleses contra franceses, y el ambiente fue apoteósico con ambas aficiones mezcladas y disfrutando de la previa, las dos partes, el famoso tercer tiempo y hasta un cuarto y un quinto. Todo ello en un ambiente festivo tan tradicional como habitual en el deporte del balón oval.

Los periodistas allí destacados, como el de el diario inglés 'The Telegraph', hablan en sus crónicas de absoluta armonía hasta el punto de que había intercambio de 'merchandising' de los dos clubes y era absolutamente imposible distinguir quién iba con quién.

Integridad vs seguridad

La seguridad absoluta o la integridad del deporte es lo que se debate ahora. La afición, claro está, no se siente en peligro cuando va a ver rugby, y uno de sus grandes atractivos es precisamente el de mezclarte con gente de otros equipos, países o culturas y charlar amistosamente, dándole al deporte la importancia justa que tiene, ni más ni menos.

En cambio, las autoridades no tienen otra forma de garantizar la seguridad que no sea que cada una esté en lugares distintos.

¿Valdría la pena arriesgarse a algún incidente a cambio de preservar la tradición del rugby? ¿Es posible que ocurra ese incidente? El debate es abierto en el Reino Unido y, aunque la opinión mayoritaria es la de dejar hacer y que corran los abrazos y el buen rollo (y la cerveza), hay un fuerte sector más proclive a cortar de raiz problemas que todavía no se han producido.

En escasos meses tendremos la solución al debate, y un maravilloso Mundial de rugby en Europa.