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El Betis golpea primero

Adán fue el mejor de su equipo, con una actuación estelar frente a los sevillistas, que no supieron afinar pese a las múltiples ocasiones de las que dispusieron

SEVILLA Actualizado: Guardar
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Sevilla respiró durante todo el día del jueves en medio del ambiente creado por dos sentimientos encontrados. Llamamientos a los correligionarios de uno y otro bando para infundir un respeto inusitado en la fecha señalada en rojo dentro del calendario particular de la capital. Con la piel reconvertida en la dualidad de unos colores únicos, la Giralda vio golpear en primer lugar al Betis desde su mirador privilegiado. Lo intentaron los dos equipos sabiendo que solo uno era el camino correcto a seguir. Finalmente fueron los béticos los que se llevaron el primer asalto. El 0-2 es un resultado esclarecedor, toda vez que puede dejar sentenciada una eliminatoria en principio abierta. Los sevillistas siguen sumidos en una crisis parecida a la economía española, donde algunos ven brotes verdes aunque la mayoría tiende al pesimismo.

Era el derbi de las pasiones, de las rivalidades más eternas en una ciudad ya de por sí sempiterna. La primera vez que ambos clubes se enfrentaban en una competición europea, y ninguno quiso defraudar a sus aficiones ni a los extranjeros que se sentaron a ver el choque bajo el mismo misterio que cualquier sevillano medio. Quiso Unai Emery jugar a lo seguro y por ello apostó en la portería por una sorpresa como era la presencia de Beto en lugar de Varas, el teórico titular en Europa. Algo similar hizo Calderón, quien no se fiaba de las pretensiones de algunos hombres determinantes para su labor y decidió jugar a la defensiva, buscando el contragolpe a la espera de que alguno de sus puntales arriba resolviera la cuestión por calidad y no por meritocracia.

Salió el Sevilla como le marcó el guión de los últimos derbis en los que jugó de local. En tromba, mandando y demostrando que quien debía llevar los galones en el Sánchez Pizjuán era el que ejercía de anfitrión en el partido de ida. Igual que ocurriera en el duelo liguero, los sevillistas intentaron ser una apisonadora que no dejara respira al contrario en ningún momento. Bacca tuvo la primera a los 30 segundos y Adán demostró por qué se precisaba en Heliópolis de un portero desde comienzos de temporada. Fue el cancerbero bético la clave de que sus compañeros sueñen con los cuartos de final. Salvó cuatro goles clave en la primera mitad e hizo valer cual lingote de oro el tanto al cuarto de hora de Baptistao, otro de los fichajes fundamentales en este nuevo Betis. Los de Nervión sólo sabían chocarse una y otra vez contra un muro verdiblanco bien cimentado gracias al despliegue físico de sus centrocampistas, generosos en una labor de contención que finiquitaron por completo lo ideado por el entrenador sevillista.

‘San Adán’

A la vuelta de vestuarios todos sabían lo que debían hacer. Los béticos, precaución con las tarjetas amarillas de Credick y Caro, hombres importantes de la noche. Los sevillistas, a seguir igual. Sin miedo a llevar el peso del partido pero, eso sí, con un mayor acierto de cara a la portería defendida por el ya llamado ‘san Adán’. Eran los 45 minutos que iban a determinar los octavos. Pese a que aún queda el encuentro de vuelta, en el ambiente se percibía que ahora era el momento clave de una eliminatoria más igualada que lo esperado según se ve la tabla clasificatoria en Primera.

Arriesgó Unai Emery sacando toda la artillería de la que disponía en la reanudación. Metió a Diogo, un lateral de más recorrido que Coke, y a Gameiro por uno de los mediocentros, desapercibidos ante la defensa espartana heliopolitana. Bien es cierto que estos cambios significaban tirar una moneda al aire. Lo mismo pensaba su compañero de batallas en el otro banquillo. Calderón replegó -aún más- a los suyos y mandó entrar por el centro en los contragolpes, punto débil a corto plazo de los nervionenses. Mientras el vasco soñaba con que los hados del fútbol le dieran la cara en esa moneda al aire, Calderón rezó por la cruz para su homólogo. El dios del balompié debe veranear en Argentina a tenor de lo vivido en el discurrir del combate.

El monopolio de los de Nervión fue la tónica general en una segunda parte insulsa a ratos y donde los béticos veían crecer su autoestima a medida que pasaba el tiempo. Los cambios del preparador verdiblanco ayudaron a dar más personalidad a su esquema táctico, muy básico, pero que le valía para adornar un choque colosal de sus hombres. La suerte también se alió con el mandamás argentino que ha dado alas a un equipo prácticamente muerto. Salva Sevilla sentenció el encuentro y casi la eliminatoria con un tanto de pillo, que sorprendió a la media vuelta a Beto. Los cuartos tienen color verde. Y, de momento, el príncipe de Sevilla viste con trece barras.