Contenedor de transporte de combustible nuclear usado cargándose en un camión.. / RC
MEDIO AMBIENTE

¿Almacenar o reciclar del combustible nuclear usado?

Ambos tiene un coste similar, lo único que les diferencia es el aprovechamiento de uranio y el plutonio que se forma tras la fisión

MADRID Actualizado: Guardar
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¿Almacenar o reciclar el combustible nuclear usado? Esa es la cuestión que divide a políticos, organizaciones ecologistas y la sociedad en general. Falta de información y el miedo generalizado al riesgo que supone la radiactividad son motivos por los que nadie quiere tener cerca un cementerio nuclear. Sin embargo, destinar todo el combustible usado a almacenes temporales como el que se levantará en Cuenca o someterlo a un reprocesado para volver a aprovecharlo es igual de caro. La única diferencia es la decisión que toman los gobiernos.

Las aproximadamente 7.000 toneladas de combustible que España producirá hasta el 2030, parte de los cuales están ahora en las piscinas de enfriamiento de las centrales nucleares, será llevado al futuro almacén que se construirá en la localidad conquense de Villar de Cañas. Esta opción, recogida por las políticas estadounidenses, se llama de ciclo abierto, porque el combustible se deja ahí guardado durante unos 100 años, con la esperanza de que tecnologías avancen para asegurar la recuperación total del material.

El edificio de Villar de Cañas tendrá una capacidad para guardar en seco hasta 12.816 m3 de residuos, una vez enfriados. Posteriormente, tras el siglo de espera y si no se opta por su reciclaje, tendrían que ser trasladados hasta un almacén geológico profundo -a más de 400 metros bajo tierra-, donde descansarían para siempre.

La alternativa a este almacén es el reprocesado, también llamado ciclo cerrado. En este se recupera el combustible no quemado. Su proceso dura unos diez años, dado que hay que esperar al enfriado del combustible. Este ciclo consiste en desmontar totalmente los elementos de combustible, formado por barras en cuyo interior se alojan las pastillas de uranio, y todos los soportes.

El proceso separa por un lado los combustibles que quedan de la fisión: el uranio que, otra vez enriquecido se convierte URE -uranio 235- y puede volver a utilizarse; y el plutonio, que tratado pasa a ser MOX, también empleado por los reactores de algunas centrales nucleares. Junto a estos elementos hay otros no fisibles como son otros isótopos que son cristalizados para, una vez tratados, ser almacenados en unos cilindros o ‘canister’ de entre 500 y 800 kilos de peso. Del mismo tamaño son los contenedores en los que se mete todo el metal restante, contaminado por radiactividad, una vez prensado y compactado.

En este proceso de aprovecha aproximadamente el 96% de combustible no quemado (95% es uranio y 1% plutonio). Por cada ocho elementos de combustible usado se recuperan dos enteros, uno de URE y otro de MOX.

España reprocesa casi el 20% del combustible usado. Para ello se envía a la planta del Reino Unido (Zorita y Garoña) y Francia (todo el combustible de la cerrada Vandellós I).