José María Guelbenzu, autor de ‘Mentiras aceptadas’. / Esteban Cobo (Efe)
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Aquellos años vertiginosos años

José María Guelbenzu novela la España del pelotazo y del enriquecimiento fácil, en los tiempos previos a la crisis.

MADRID Actualizado: Guardar
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El escritor José María Guelbenzu (Madrid, 1944) aborda en su última novela, ‘Mentiras aceptadas’ (Siruela), la España del pelotazo y del enriquecimiento fácil. Los peligrosos años de la burbuja inmobiliaria, cuando los ciudadanos creían pisar tierra firme y caminaban por el alambre, son achacables al “individualismo, la tradición providencialista española, la picaresca y el culto al listo, al que se saca las cosas por la cara”, dice el autor.

Guelbenzu tiene una visión pesimista de aquellos acontecimientos, que hunde sus raíces en la inmoralidad pública y la connivencia entre los poderes financiero, político y periodístico.

El crítico y novelista, que adora por igual a Dashiell Hammett y Raymond Chandler, recela de la novela policiaca que abusa de la sangre, aunque en muchos casos goce del favor del público. Guelbenzu es una enamorado del misterio, que no de la novela negra. Considera que entre los españoles que han apostado por este género merecen figurar en un lugar destacado Francisco González Ledesma, Andreu Martín y Manuel Vázquez Montalbán.

Gran parte de lo que ocurre ahora es culpa de una sociedad que carece de “cultura democrática y nacional, de que somos un nación y estamos obligados a salir adelante juntos”. La situación se ha deteriorado más de lo normal porque el español no se sacudido de su idiosincrasia la idea de que el trabajo es una castigo. “Aquí la gente juega a la lotería con la esperanza de no dar ni golpe si le toca”, asegura.

La desorientación que atenaza al país está encarnada por el protagonista de la novela, Gabriel, un guionista de una serie televisiva de éxito, separado de su mujer, Isabel, quien le abandonó para contraer nupcias con un asesor financiero.

Gabriel siente inquietud por el enrarecido clima en el que crece su hijo adolescente, Martín, que vive con su madre, una mujer bella y brillante, dispuesta a pagar cualquier precio con tal de ascender en la pirámide social.

La novela expresa en parte un diagnóstico sobre el desastre social y es la vez un espejo de las relaciones familiares. “El amor que profesan los padres por sus hijos es el más extraño del mundo, pues el final lo que mueve a los padres estriba en preparar a los hijos para que se vayan y hagan su propia vida".

La obra describe escenarios bien conocidos por el autor, como los barrios madrileños de Argüelles y el Retiro, las modas musicales, la movida nocturna y la grosería imperante de un entramado de gentes que se analiza con una mirada lúdica y desengañada.