El coronel González-Valerio, en la base de Qala-i-Nao. / J. García
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«Hemos entrado en reductos de la insurgencia que no se habían pisado»

Coronel Fernando Gª González-Valerio Jefe de la fuerza española en Afganistán

HERAT Actualizado: Guardar
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Tras seis meses como jefe de la fuerza española en Afganistán, el coronel Fernando García González-Valerio (Barbastro, Huesca, 1960) hace balance. Se muestra satisfecho porque el ejército afgano tiene más autonomía y ha logrado contener a la insurgencia en la provincia de Badghis. Reconoce que el repliegue es «complicado» y dice que los recortes económicos, pese a la crisis, han sido «mínimos».

-¿Considera que hay argumentos para estar satisfecho?

-Hemos sido muy ambiciosos, pero esto es Afganistán y existen condicionantes: el invierno, la lentitud en la gobernabilidad o la lacra de la corrupción en ciertos organismos. Pero también ha habido cosas positivas, como impulsar la autonomía del Ejército Nacional Afgano (ANA) o combatir reductos de la insurgencia.

-¿Y en el plano operativo?

-Hemos logrado mantener los niveles de seguridad de hace un año. Entramos en reductos de la insurgencia a los que nunca se había llegado, los valles de Darra-i-Bum y Garmaz o la zona de Cargasgol, y les hemos puesto a la defensiva.

-¿Por qué ha tardado tanto tiempo en llegar el nuevo material militar?

-Ha venido cuando ha surgido la necesidad por la propia evolución de la misión. No es lo mismo el periodo 2002-2007 que el 2010-2012. Los (vehículos antimina) Husky se compraron en un tiempo récord, los morteros embarcados es un sistema complejo y se ha traído, y también están los (helicópteros) Tigre para el repliegue. Defensa y el Estado Mayor han respondido con una velocidad tremenda.

-¿Cómo han influido los recortes en la misión?

-Ha habido algún recorte, pero han sido mínimos en comparación a la situación de nuestro país, desgraciadamente. Son mínimos porque Defensa y Exteriores son conscientes de que la fuerza debe tener dinero para su seguridad.

-¿Se puede ser optimista con un país con tantas fallas?

-Soy optimista, aunque hay que serlo con moderación. Los afganos son conscientes de lo que tienen. En Kabul recuerdan que esto va a ir mejor cuando nos vayamos, pero creo que se alcanzarán una serie de acuerdos entre los actores y se llegará a un 'statu quo'. En Badghis la insurgencia no tiene carga ideológica y pocos son verdaderos líderes talibanes.

-¿Teme un recrudecimiento de la violencia por las operaciones contra la amapola?

-No lo creo. Es cierto que cuando haces una operación de erradicación te vas a encontrar con muchos insurgentes o bandoleros que están defendiendo su modo de vida y su forma de ganar dinero.

-¿Qué alternativas plantea a este cultivo primario?

-Existen, claro, pero deberían de ser más realista, porque no se puede vender el kilo de trigo a tres dólares y el de opio a 300. Es necesario un plan global a nivel nacional.

-¿Mantiene la necesidad de negociar con los insurgentes?

-Apuesto por una aproximación global. Hemos aprendido que es importante conjugar operaciones militares y civiles. Hablar con los líderes políticos, con la policía. Aquí haces un poco de gobernador en la sombra. Una de las hipótesis es que, de cara a una negociación, los grupos insurgentes se posicionen.

-¿Qué le ha sorprendido de las operaciones de ataque?

-Tener la imaginación para no dejarte sorprender. Desde cortar las señales de telefonía a engañarles con movimientos de retaguardia, porque si algo tienen los afganos es que son buenos luchadores y tenaces. No tienen miedo a perder la vida.

-¿Exige ser el único miembro de la misión con tres estrellas de ocho puntas?

-Es una reto tremendo. El ritmo de la operación es altísimo y yo tengo 1.200 personas mirándome todo el día. Cuando murió el sargento David Fernández Ureña sentí parte de la profesionalidad de todos los subordinados en un momento durísimo.

-¿El repliegue marcha según los plazos?

-De aquí a final de año abandonaremos Badghis. Estamos quitando todo lo que podemos ante el siguiente contingente, que tendrá la compleja tarea de concluir el repliegue a Herat.

-¿Qué haremos con los millones que ha costado esta base?

-Cuando se compraron los terrenos a particulares en 2010 ya se cedieron entonces al Ministerio de Defensa afgano con una cláusula que decía que teníamos el usufructo de la utilización 'sine die'. Ahora vamos a dejar la base en unas magníficas condiciones para ellos.