GESTIÓN CULTURAL

La Casa Encendida, diez años de un modelo imitable

«El fuego de la cultura se alimenta con ideas», dice José Guirao, que celebra su primera década al frente del innovador centro.

MADRID Actualizado: Guardar
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Más de cinco millones de visitas a las 12.000 actividades programadas en diez años. Son los números de La Casa Encendida, un activo foco de actividad socio-cultural que dirige desde su nacimiento José Guirao (Pulpí, Almería, 1959). Su variada oferta demuestra que alta y baja cultura pueden convivir para colmar las inquietudes de adeptos al tecno o al rap, amantes del videoarte, el grafiti o la escena radical, cooperantes, jubilados y amas de casa. A todos satisface la innovadora oferta y la tipología de esta casa iluminada por un verso de Luis Rosales cuyo modelo se imita dentro y fuera de aquí. Museos como el MoMA matarían por algunas de las exposiciones programadas en estos diez años -Juan Muñoz, Rimbaud, Warhol, Louise Bourgeois - en los que ha recibido a Patti Smith, Lou Reed, Víctor Erice o John Berger.

El lunes esta rica y vivificante aventura cultural cumple una década. "Pusimos en marcha un proyecto nuevo, una tipología innovadora abierta a la cultura, al medio ambiente y la solidaridad y para todos los públicos, sin hacer distinciones ni jerarquizar", explica Guirao, un referente en la gestión cultural que estuvo antes al frente del Reina Sofía y la dirección de Bellas Artes. "La gente entendió desde el primer momento que el proyecto tenía que ver con la experimentación, con nuevos valores, formatos y soportes". "El riesgo merecía la pena. Se ha consolidado como un lugar de encuentro y abierto a todos", se felicita. Sostenida por la obra social de Caja Madrid, tras la crisis de Bankia y Bancaja el futuro parece incierto, pero confía Guirao en que el fuego seguirá calentando este hogar de la cultura. "El dinero es necesario, pero ese fuego se alimenta con ideas y vamos a intentar que no falten".

Ha conocido Guirao lo mejor y lo peor de lo público y lo privado en la gestión cultural y no santifica ni condena a ninguno. "La tradición española es pública. La gestión cultural privada más joven. Pero ambas son compatibles, necesarias y complementarias y se pueden enriquecer mutuamente". "Hemos de perder el prejuicio hacia lo privado, que al no depender de la política, del color del gobierno de turno, de nombramientos o elecciones, ofrece un sistema de gestión quizá más ágil". "La convivencia es buena, positiva y enriquecedora y aporta biodivesidad al panorama cultural".

Varios comunicantes

La clave de su innovador modelo son los vasos comunicantes y lo multidisciplinar, que hacen atractiva la oferta a grupos y tribus muy dispares. "La cultura no son compartimentos estancos. Los temas sociales medioambientales y educativos se hibridan con la cultura; se contaminan positivamente. Artes escénicas y discapacidad, danza, teatro música y solidaridad se conectan", enumera. "Se trata de romper barreras mentales de ver como territorios aparentemente ajenos son muy próximos y compatibles".

Para Guirao es un orgullo que el modelo se imite aquí y fuera España. "Si has logrado algo nuevo a base de esfuerzo, la copia no hace más que validarlo", se ufana. "La imitación es a menudo la base del avance y las copias no son nunca meros clones". "Los modelos se adaptan, se mejoran y evolucionan y centros como la Casa Encendida funcionan si se insertan y conectan con el entorno, en nuestro caso con el hoy multicultural barrio de Lavapiés, que ha sido determinante".

Otro logro de esta casa iluminada es representar un "semillero creativo", a diferencia de potentes vecinos como el Reina Sofía o el Thyssen. "Trabajamos sin miedo al resultado. Ofrecemos un espacio de despegue y un canal a los más jóvenes creadores. Valoramos los proyectos por el punto de partida. Si cuaja, miel sobre hojuelas. Si salen mal, no pasa nada". "En la creación, como en el pensamiento se avanza mediante prueba y error", dice Guirao. "Nadie nace siendo un genio; se necesitan espacios para probar las ideas y el lenguaje, para contrastar, ver la reacción del público. Nos enorgullece ver que mucha gente que empezó aquí está hoy en los grandes museos y centros de arte".

Burbuja cultural

La casa abrió en tiempos de bonanza económica, pero la burbuja cultural explotó con la inmobiliaria. Los presupuestos adelgazaron lo suyo, de quince a ocho millones de euros. "Tener menos recursos no cambia el proyecto. Hay iniciativas que acusan la falta de dinero, pero si el espíritu es firme te adaptas". "Si hay alguien con algo que contar y alguien dispuesto a escucharlo habrá cultura, comunicación y encuentro. Si el formato ha de ser más modesto, no pasa nada", asegura Guirao, que trata de extraer algo bueno de la crisis. "La carencia económica ha demostrado que los proyectos sin base sólida se derrumban como castillos de naipes. Los que tienen raíz sobreviven", dice. "Aquí tenemos tendencia al bandazo. Hemos ganado unas infraestructuras que no teníamos y debemos aprender a redefinirlas y reutilizarlas mejor dimensionadas".

Las exposiciones son solo una parte de la oferta de la casa "No buscamos el efecto mediático. No tratamos a Warhol come un mero icono del pop, sino como un pionero en la apertura de los caminos que transitan hoy los jóvenes creadores, a quienes mostramos los antecedentes de la tradición contemporánea. Miramos al pasado para enriquecer el presente". resume Guirao. Esa ha sido la intención de las muestras de Juan Muñoz, Andy Warhol o Louise Bourgeois, aún en cartel. El paradigma fue la dedicada a Rimbaud. "Fue el gran poeta de XIX, lo es del XXI y lo será del futuro. Abre la poesía a la modernidad y sin él no entenderíamos el pop el folk. Tiene mucho que ve con la Patti Smith que ha tocado aquí"

En estos diez años España se ha convertido en es exportador de gestores culturales de primer nivel. Vicente Todolí al frente de la Tate o Carmen Giménez en el consejo del MoMa son la prueba. Las ofertas no le han faltado a José Guirao que, sin dar detalles, admite haber contestado con negativas "a varios ofrecimientos