ANÁLISIS

Netanyahu se lo piensa mejor

El discurso del primer ministro israelí ante la Asamblea General de la ONU fue un claro intento de apaciguar a Washington

MADRID Actualizado: Guardar
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Bien leído, y en el cuadro minuciosamente preparado en que se elaboró y leyó, el discurso de Benjamin Netanyahu ayer ante la Asamblea General de la ONU fue un claro intento de apaciguar a Washington, donde el gobierno Obama da muestras de gran descontento con su socio israelí y le insta abiertamente a cancelar su retórica belicista y sus especulaciones sobre un recurso a medios militares contra Irán.

El primer ministro israelí agradeció a Obama sus esfuerzos, no vaciló, sin duda tras sopesarlo bien con sus asesores porque el hecho ha causado muchas reacciones más bien chuscas, en ilustrar su mensaje con un dibujo: una bomba de tebeo, con su mecha y todo, en la que aparece en la parte más alta una línea roja.

Lo de la “red line” era algo más que metafórica: es la que explícitamente pidió a Obama que fijara, con un calendario paralelo oficioso, para que los iraníes no la alcancen nunca… salvo que quieran ser bombardeados. Si la polémica descansa sobre cuando podría tener eventualmente Irán una bomba atómica hay pocas posibilidades de arreglo porque Washington no tiene el hecho por inminente ni siquiera por muy cercano.

Cambio de estrategia

Netanyahu recurrió al modo teatral (el adjetivo es del columnista israelí Yossi Verter) que le gusta y en el que es maestro para preparar primero a su opinión antes de partir hacia Nueva York presentándose como el heraldo de un país presuntamente unánime, cuando es sabido que gran parte del público, de las fuerzas armadas (empezando por el Estado Mayor) y la clase política no favorecen un ataque preventivo y lo tienen por un grave error político sin réditos militares.

Pero incluso antes de tomar el avión se movieron algunas piezas en Israel, entre las que destaca el sorprendente informe del ministerio de Asuntos Exteriores (cuyo titular, Avigdor Lieberman, es un ultranacionalista de la línea dura) según el cual el programa de sanciones occidentales contra Irán está funcionado, crea graves problemas financieros al país y sus empresas y hasta socava políticamente al gobierno frente. Debe, pues, continuar por eficaz…

Como tal continuidad es incompatible con un ataque militar la evaluación, que podría haber firmado el gobierno norteamericano, que encabeza la política de sanciones y la aplica y vigila con diligencia, equivale a una tregua en el discurso oficial vigente hasta hoy, según la cual todo son paños calientes y pérdida de tiempo mientras Irán se dota de armas atómicas.


Cuestión de calendario

Mientras todo esto sucedía, y entre la indiferencia general, los ministros de Exteriores del G-5+1, es decir las potencias occidentales más China y Rusia, se reunían en Nueva York con Catherine Ashton, quien dirige el equipo negociador con Irán y que sostuvo hace dos semanas una útil y constructiva (los iraníes añadieron el adjetivo fructífera) reunión con el jefe negociador iraní Said Yalili en Estambul. Se da por hecho que en breve se anunciará una nueva sesión con los equipos al completo y la Agencia Internacional de Energía Atómica ya ha hecho saber su disposición para volver al diálogo en octubre.

Esto es confirmar que, además de la retórica militar y las especulaciones sobre bombardeos, hay un potente correlato político y diplomático que funciona e influye también. Por ejemplo, en Berlín han dejado saber que la canciller Merkel, lo mismo que los británicos (una misión secreta del jefe de Inteligencia acaba de estar en Israel) han hecho saber su completa oposición a un ataque preventivo sobre Irán. Siendo así, reconociendo Israel que la protección occidental es su baza mejor… ¿por qué ha creado Netanyahu una verdadera crisis con Obama y comete lo que Simon Peres llamó en su día “el peor de los pecados: indisponerse con Washington”?

Netanyahu, se ha escrito en Israel, parece muy influido por su padre, el gran historiador e intelectual nacionalista Benzion Netanyahu, muerto hace poco a los cien años, y parece cómodo en el papel un tanto mesiánico como jefe de la nación en peligro… lo que tal vez, por lo demás, puede ser electoralmente útil. En la primavera próxima hay elecciones y él entiende ganarlas de calle frente a una oposición diezmada y sin líderes…