ANÁLISIS

Siria: retórica y política

Si la rebelión pudiera controlar la gran capital comercial del país resistiendo la ofensiva del gobierno, se estaría ante una guerra civil en toda regla

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Mientras el presidente Assad dice hoy que “la batalla en curso es la batalla por nuestro destino como nación” y que para ganarla confía “en nuestras gloriosas fuerzas armadas” es lo cierto que el sustantivo batalla no se refiere a la de Alepo, y que en realidad debía ser traducida por “guerra”… porque eso es lo que hay: un ejército regular fuerte y bien dotado en dificultades para ganar la “batalla” de Alepo.

Está claro que el régimen no puede perderla porque si la rebelión pudiera controlar la gran capital comercial del país resistiendo la ofensiva del gobierno, se estaría ante una guerra civil en toda regla, con dos capitales y, eventualmente, dos poderes, por muy dividida que esté la oposición. Eso lo alteraría todo.

Una fuente tan sobria e informada como Susan Ghosheh, portavoz de la misión de observación de la ONU -disminuida, pero no cancelada- dijo hoy que los rebeldes disponen ya de equipo pesado, sin duda tomado al ejército y también que ha comprobado la entrada en acción en Alepo de cazabombarderos. Lo cierto es que, de un modo u otro, la rebelión lleva ya casi una semana bien implantada en ciertas áreas de la ciudad y ha obtenido allí éxitos notables, como la toma del importante cuartel de la Policía de Salhine.

El correlato diplomático

Sin embargo, lo realmente decisivo a medio plazo tal vez se juega lejos del frente. Salvo que hubiera un rápido desenlace militar sobre el terreno, lo que no parece probable, es más relevante la rápida evolución diplomática del grave conflicto. Una prueba imbatible: la conversación de 37 minutos que el lunes sostuvieron sobre la crisis el presidente Obama y el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan.

La precisión de la duración estaba ayer en toda la prensa turca que, además, daba tales precisiones sobre lo que se dijeron los dos importantes actores del drama que se advertía un poco más de la cuenta el deseo oficial turco de pasar a su opinión el mensaje de que la gestión de la crisis desde el lado turco tiene el conocimiento, la comprensión y hasta se diría la complicidad de Washington. El inconveniente es que la oposición – el “Partido Republicano del Pueblo” – cree que esto prueba su tesis de que el gobierno hace lo que hace “por cuenta de terceros”, como si alguien le hubiera subarrendado la gestión de la crisis.

El correlato diplomático y político del conflicto pasa, en efecto, por Turquía, por donde transita supuestamente la ayuda militar que, además de los turcos, proveen a los rebeldes Arabia Saudí y Qatar. Ankara, por lo demás, necesita controlar la situación porque teme la implantación en el noroeste sirio libre del control de Assad de un gobierno regional kurdo… vinculado a su enemigo mortal, el “Partido de los Trabajadores del Kurdistán”. Hoy ha dado en Erbil, sede regional del gobierno kurdo semiautónomo de Iraq, un aviso claro el ministro turco de Exteriores, Ahmet Davutoglu, expresamente trasladado allí al efecto. En resumen, los grandes actores – internacionales y regionales – preparan abiertamente el escenario post-Assad teniendo muy en cuenta sus intereses de seguridad y de influencia.

La "solución siria"

Tanto la situación sobre el terreno como la implicación de potencias exteriores con objetivos precisos e intereses regionales que atender parecen confirmar la ya segura imposibilidad de alcanzar un arreglo político a partir de las premisas del “plan Annan”, aprobado en marzo, y técnicamente vigente pero muerto de hecho. Y por eso sorprende la reaparición en escena de una figura legendaria y respetada de la oposición tradicional, el octogenario abogado Hazam al-Maleh, quien dijo en El Cairo que tras tres días de reuniones con fuerzas de la oposición (no bien precisadas) se le había pedido la formación de un gobierno de amplia base, para lo que empezaría gestiones “fuera y dentro” del país.

El “Consejo Nacional Sirio”, principal agrupación de la oposición exiliada y la que cuenta con más peso y reconocimiento internacional, mostró cierto disgusto educado y su jefe, Abdelbasset Syda, dijo que la iniciativa podría provocar confusión y dispersar los esfuerzos. Y más rotundo, el fundador del “Ejército Sirio Libre”, el general Riad al-Asaad, la criticó por oportunista y sin sentido. Está garantizado, en cualquier caso, que el benemérito esfuerzo, si llega a concretarse, tendrá pocas posibilidades porque la guerra en curso exige ya psicológicamente una victoria militar de uno de los beligerantes.

En este contexto la posibilidad de que prospere en la ONU la nueva iniciativa para parar los combates al menos es muy pequeña, aunque Francia, que desde hoy preside por rotación el Consejo de Seguridad, presentará una iniciativa al respecto antes de que termine la semana. Fue muy curioso e interesante, por cierto, que cuando hizo el anuncio de la iniciativa el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, dijo que “armas están llegando a los rebeldes desde Arabia Saudí, Qatar y otros (¿Turquía?) pero no de Francia”… Definitivamente, sigue vigente la tesis de que Siria no es Libia…