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Ruiz Mantilla recupera el alma del folletón

En 'Ahogada en llamas', novela en clave de episodio nacional la explosión del Machichaco, que arrasó cientos de vidas en Santander en la peor tragedia civil del XIX

MADRID Actualizado: Guardar
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El infierno se desató en el puerto de Santander en la tarde del tres de noviembre de 1893. El incendio declarado en el carguero Cabo Machichaco alcanzó a la pólvora y la nitroglicerina contrabandeada en sus bodegas. El gigantesco buque de vapor de la compañía Ibarra saltó por los aires y una infernal lluvia de metralla arrasó la vida de más de medio centenar de personas abrasadas, calcinadas y desmembradas. El incendio que se desató redujo a cenizas buena parte de la capital cántabra. En ese dantesco escenario arranca 'Ahogada en llamas' (Planeta), la quinta novela del periodista y escritor Jesús Ruiz Mantilla (Santander, 1965), que recupera sin complejos las claves del folletón del XIX en pleno siglo XXI "con estilo de series de televisión como 'Wired' o películas de Spielberg".

Es un gran novela de personajes en la que la ciudad de Santander, que no se nombra en el relato, es una de las protagonistas. "Era incomprensible que la explosión del Machichaco, la mayor tragedia civil del XIX, no tuviera una novela", dice Mantilla, que presentó su novelón en los escenarios en los que trascurre, el muelle del puerto santanderino, la Plaza de Pombo o el paseo de Pereda.

De tragedia a tragedia

La novela, que arranca en aquella fatídica jornada, se extiende a lo largo de medio siglo hasta que en 1941 otro gran incendio acaba con la mitad de Santander. A lo largo de ese casi medio siglo Mantilla nos hace cómplices de un saga familiar, los Martín-San Emeterio, marcados por la explosión del barco con su ilegal y mortal carga. En el mismo muelle murió Águeda San Emeterio. Le sobreviven sus tres hijo pequeños y su marido Diego, con quienes el lector recorre el medio siglo siguiente.

"Es una novela de personajes en un contexto histórico muy convulso en el que caben la alegría y el dolor, en la que podemos seguir los destinos de una familia en episodios fundamentales de nuestra época, como la República, la guerra o la primera posguerra", explica Mantilla, que 'mutatis mutandis' ha tratado de dar a su amada ciudad "una narración que supusiera para Santander lo que 'La Regenta' fue para Oviedo".

"Hay odio, rencor, zonas oscuras y luminosas, risa, llanto, envidia, generosidad, en un gran fresco moral y psicológico de toda una era", enumera el narrador, que no ha querido ser condescendiente con su ciudad y sus paisanos y trata "de decir todas las verdades, aunque fueran desagradables". "He querido hacer una historia universal partiendo de lo local y sin edulcorar nada", precisa. "Es una suerte de episodio nacional, con explícita vocación galdosiana, sobre una ciudad concreta en la que ocurren cosas que le pueden pasar a todos los seres humanos", explica Mantilla, que ha estado tres años a vueltas con el relato.

Por las páginas de su novela desfila así su admirado Benito Pérez Galdós, habitual en los veranos cántabros y un personaje más. También su amigo y opositor en la candidatura al Nobel, Marcelino Menéndez Pelayo. No falta otro gran escritor coetáneo de los anteriores, como José María de Pereda, y hay apariciones ocasionales, como la de Emilia Pardo Bazán.

Quiere Mantilla saldar una deuda de su ciudad con Galdós, "tan santanderino como madrileño o canario". "Su presencia en Santander está olvidada, aunque pasara aquí varios meses al año a lo largo de muchos años. Es un pecado, casi un sacrilegio, que a Galdós, el gran autor del XIX, el equivalente a Balzac o Dostoievski, que tendría una casa museo en cualquier ciudad donde hubiera escrito, ni se le recuerde en un lugar donde pasó los veranos durante casi cuatro décadas". Y es que en Santander, donde tuvo su casa, San Quintín, don Benito escribió algunos de sus episodios nacionales y perfiló novelas como 'Nazarín'. "Es una vergüenza que se le haya ignorado durante décadas y por eso era de justicia incluirle en esta novela, no como sombra, sino como un personaje más".

El relato salda también "una deuda con la ciudad de Santander y con uno de su episodios más trágicos, que la dejó huérfana, sumida en el caso más tenebroso en un dolor insondable, que marcó su conciencia, su historia y su identidad y sobre el que se cernió un telón demasiado oscuro", lamenta Mantilla, que traza además un friso de personajes populares que dieron vida a la ciudad a lo largo de cinco décadas.