LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA

La resurrección de Gingrich

Los sectores más derechistas apuestan por el veterano político, pese a un historial cargado de escándalos y altibajos

MADRID Actualizado: Guardar
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Muy desesperada tiene que estar la ultraderecha republicana para agarrarse como a un clavo ardiendo a un personaje como Newt Gingricht. Después de que se desinflaran sus más genuinos favoritos, como la endeble Michele Bachmann o el extravagante Rick Santorum, el elegido forzoso ha sido el resucitado expresidente de la Cámara de Representantes (1995-1999). De su rotundo e inesperado triunfo en las primarias de Carolina del Sur ha renacido como un ave fénix para todos aquellos que ven al favorito para ganar a Obama, Mitt Romney, como un tibio incapaz de desatar la tormenta purificadora que desea el Tea Party y afines sobre los politicastros de Washington y de paso sobre el resto del país.

El pasado de Gingrich no tiene desperdicio para un especialista en trapos sucios. Su vida sentimental es digna de un culebrón venezolano. Se ha casado tres veces, a las dos primeras les puso los cuernos con mujeres más jóvenes y las separaciones las emprendió poco después de que les fuera diagnosticada una grave enfermedad. Su actual y tercera mujer, Callista, es una exempleada 26 años más joven. Los divorcios sirvieron además para sacar a relucir un agitado historial erótico con mujeres casadas. La justificación dada por el veterano político parece de telenovela: "ocurrieron en parte porque trabajaba demasiado duro y porque sentía mucha pasión por mi país".

Trayectoria tormentosa

Su trayectoria política y profesional ha sido también tormentosa. Aunque con el llamado 'Contrato con América' encabezó la 'revolución republicana' que puso fin a cuarenta años de mayoría demócrata en la Cámara de Representantes y que le llevó a ser su presidente, Gingrich acabó saliendo por la puerta falsa. Fue acusado de violar las reglas del Congreso y multado por el uso irregular de fondos a favor de su partido. La retirada de la política durante más de una década le permitió engrosar su cuenta corriente con una consultoría y la venta de libros, tanto propios como de su mujer. Gracias a sus contactos en Washington, obtuvo importantes beneficios a través de gestiones a favor de empresas privadas. En este terreno, Romney ha querido hacer sangre acusándole de "vendedor ambulante de influencias" y recriminándole en particular haber recibido 230.000 euros de Freddie Mac, la mutua hipotecaria responsable del derrumbe del mercado inmobiliario que llevó a EE UU a la grave crisis financiera de 2008. La respuesta del expresidente de la Cámara de representantes fue también poco convincente al asegurar que sus consejos estratégicos se basaban sobre todo en "mi conocimiento de la historia, incluida la de Washington». "Nadie paga esa cantidad por contratar a un historiador", le replicó el exgobernador de Massachusetts.

Habilidad dialéctica

Pese a todo, Gingrich siempre ha destacado por una gran versatilidad a la hora de buscar apoyos políticos o económicos y, sobre todo, por una extraordinaria retórica y capacidad dialéctica. Un gran fajador capaz de encajar y asestar golpes ante el regocijo del público. Esa facilidad le permitió salir reforzado del trance en el que le puso en el debate republicano el moderador John King, que empezó preguntándole por la infidelidad de su segunda esposa. El quiebro de Gingrich, rechazando el golpe bajo y recriminando el fácil recurso al escándalo, provocó los abucheos del público hacia el presentador. Esa misma habilidad le permitió ser uno de los más feroces detractores de Clinton en el 'caso Lewinsky' a pesar de haber sido pillado in fraganti en al menos un par de veces en el mismo tipo de situaciones. También ha cambiado de religión y a los 68 años, influido por su última mujer, se convirtió de baptista a católico.

Su campaña para la presidencia de 2012 estuvo a punto de fenecer en más de una ocasión y en su estreno en los caucus de Iowa apenas pudo conseguir un cuarto puesto con un magro 13,3%. En New Hampshire quedó también cuarto con un 9,4%, pero todo lo anterior quedó atrás y Gingrich resucitó en Carolina del Sur, donde su rival había gastado cinco veces más. Su abultada y sorprendente victoria le ha catapultado en Florida, donde varios sondeos le dan por delante de Romney.

Gingrich defiende cortar radicalmente el gasto público, atacar Irán, las operaciones encubiertas contra Cuba, poner a los adolescentes más pobres a trabajar en las escuelas; asegura que los palestinos son un "pueblo inventado" y que la pobreza entre la población afroamericana se debe en gran parte a que "no tiene el hábito de trabajar". Un mensaje populista y chusco que ha calado en los sectores más a la derecha del partido republicano que no se conforman con una victoria sobre Obama; quieren una revolución que borre los convencionalismos de Washington y no ven a Romney capaz de llevarla a cabo, aunque a todas luces sea el más cualificado para disputar y ganar las presidenciales. Este martes Florida dará su veredicto, aunque la carrera y el espectáculo continuarán.