Un joven encapuchado en Birmingham. / RC
EL UNIVERSO BRITÁNICO

Una revuelta de perdedores

Una investigación muestra que los disturbios de agosto unieron a los negros con otros grupos sociales que se sienten marginados en el Reino Unido

MADRID Actualizado: Guardar
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Cuatro meses después de que las calles del Reino Unido sufrieran los peores disturbios en décadas, los expertos en movimientos sociales comienzan a presentar unas conclusiones más elaboradas que aquellas que expusieron de urgencia mientras las tiendas eran saqueadas y los coches ardían. Y efectivamente, la exclusión racial fue el elemento que impulsó a las minorías (los caribeños, sobre todo) a “levantarse”. Un policía blanco había matado a uno de los suyos y buscaban venganza poniendo en jaque al país. Así se dijo en aquellos días y así lo parecieron demostrar las imágenes de televisión, que mostraban a grupos de buenos ciudadanos blancos defendiendo sus negocios frente a lo que era una amalgama de bárbaros negros y mestizos. Pero las causas profundas del desastre no solo estaban en el color de la piel.

La que más lejos ha ido en la investigación de los disturbios es la London School of Economics, que ha colaborado con el diario The Guardian para entrevistar a 270 personas que formaron parte de los choques callejeros en Birmingham, en Enfield y en el barrio londinense de Tottenham. Sus testimonios hablan más de marginalidad que de enfrentamiento racial. “Originalmente sí, todo empezó con un grupo de negros. Pero pronto se sumaron unos judíos jadísicos. Y un montón de blancos. Y turcos. Todo el vecindario se echó a la calle, todos sabían que aquello no estaba bien, pero nos convertimos en basura. Y no soy capaz de recordar cuántas etnias diferentes vi”, explica un joven negro que participó en el saqueo de Tottenham.

Pero no solo las palabras de los testigos hacen que cambie la percepción del conflicto como un asunto exclusivamente racial; también los datos policiales. Según el Ministerio de Justicia, el 42% de los detenidos que comparecieron ante los tribunales eran blancos; el 46%, negros y el 7%, de origen asiático. Todo ello teniendo en cuenta que los estudios siempre demuestran que los miembros de minorías étnicas tienen más posibilidades de ser arrestados que los blancos.

Es decir, no solo fue una revuelta de negros, sino que se trató de una revuelta de perdedores, una revuelta de quienes saben que nunca van a poder montarse en el ascensor social. Y sí, no son los únicos, pero ocurre que los negros se sienten más marginados que nadie en la sociedad británica. “Si tienes la piel de color, estás en lo más bajo de la escala social. Los blancos comienzan en el medio, y pueden escalar hacia lo alto. Los negros siempre están abajo”, relataba uno de los entrevistados para el informe. Otro encuestado incidía más claramente en la causa final de los disturbios: la desigualdad. “Si nos dieran a los negros las mismas oportunidades que a los miembros de la comunidad blanca, esto nunca habría ocurrido. Si la gente tuviera un trabajo que perder, si tuviera unos estudios que perder, si tuviera unos ingresos dignos que perder, ¿usted cree que querrían arruinar su vida participando en unos disturbios callejeros?”.

Parece que no, que quien posee algo que vale la pena no lo arriesga y quien no tiene nada, nada pierde cuando sale a la calle a quemar tiendas de muebles y saquear grandes almacenes, así que no se trata de una cuestión racial, sino de falta de esperanzas, concluye la investigación de la London School of Economics. Algo de una gran complejidad, difícil de entender, asumen los autores del informe, para aquella parte de los británicos que vive en la zona confortable y que prefiere seguir pensando que los disturbios de agosto fueron exclusivamente un levantamiento de negros.