serie: así nos vemos (I)

«Ser estudiante en el siglo XXI es una cosa muy complicada»

El catedrático universitario Josu Larrañaga, bilbaíno de 63 años, rechaza que un cambio en el signo del Gobierno vaya a mejorar las cosas

MADRID Actualizado: Guardar
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Josu Larrañaga Altuna (Bilbao, 1948) combina varias facetas íntimamente relacionadas con su andadura profesional centrada en el Arte. Además de artista plástico en activo -su última exposición fue a finales de 2009 en la Red House, Newark-Nueva York-, es catedrático de Pintura y decano de la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense. Casado y con dos hijas, este bilbaíno trasplantado a Madrid desde el comienzo de su carrera posee una excelente plataforma para observar la evolución de la Universidad, los estudiantes y los cambios sociales que han ido llegando a una de las facultades más rompedora e iconoclasta como es Bellas Artes.

Larrañaga no cree que estos cuatro años de gobierno socialista hayan sido absolutamente negativos. Aunque da por hecho que "tenemos grandes problemas y una situación económica catastrófica", considera que "en algunos aspectos, como en justicia social, derechos humanos y de las minorías hemos avanzado". En su terreno más cercano, el universitario, también cree que se ha mejorado sustancialmente "en la comprensión de lo que es una Universidad moderna, en las formas organizativas y en calidad", en un proceso que califica de "muy positivo".

En su opinión, "el proceso de Bolonia, al margen las consideraciones que pueda tener cada uno sobre el propio proceso, ha supuesto para la Universidad un reconsideración de su estructura, de su papel en la situación actual, de su relación con el mundo del trabajo con el conocimiento. Y todo esto hace que estemos en un proceso de profundización y rigor que le viene de maravilla a la Universidad". Sin embargo, aquí también constata un gravísimo problema económico porque, añade, "en la Universidad y en la enseñanza en general no se puede hacer nada si no tienes un respaldo financiero y además político, que en muchos caso se echa en falta".

En esta línea detecta otro tipo de "problemas de interpretación mercantilista que no nos llevan a ninguna parte, porque si la Universidad aporta a la sociedad, no es solo creando profesionales, sino también produciendo conocimiento, algo que no se constata mañana, sino a lo mejor dentro de quince, veinte o cincuenta años".

En el plano general, percibe una marcada incomprensión ante todo lo que está sucediendo: "En el mundo han cambiado muchas cosas, empezando por el concepto que tenemos de nosotros mismos, de nuestras relaciones con los demás, de la manera en que entendemos la vida social, los parámetros desde los que funcionaba la economía. Se han cambiado tantas cosas y a tanta velocidad que necesariamente se han alterado las condiciones de vivir y de relacionarlos todos nosotros".

En este marco, considera que "ser estudiante en el siglo XXI es una cosa muy complicada. Algo que socialmente no se tiene en cuenta". A su juicio, "no estamos siendo capaces de dar un sentido racional, ni de controlar y conocer, el funcionamiento de esta aceleración de cambios". "Si nosotros que tenemos más experiencia –se pregunta--, un mayor bagaje cultural, no damos respuestas, ¿cómo los estudiantes van a saber lo que tienen hacer?". También ha contribuido a la confusión, según Larrañaga, el que "constantemente se les ha estado diciendo que los estudios universitarios tenían que orientarse en función de sus salidas profesionales y de los procesos económicos del país". Para llegar al final a esta gran decepción de la crisis actual. Aún así cree que los estudiantes están teniendo un comportamiento positivo a través de un mayor compromiso político y de participación "en cantidad" y en "calidad de las propuestas" en los movimientos alternativos, "como lo ha corroborado el 15M". Sobre si este movimiento tiene futuro, Josu Larrañaga asegura que "ya se ha dado" porque "ya estamos pensando las cosas de otra manera. Ya ha tenido trascendencia, no solo porque se ha extendido a todo el mundo, sino que se está avanzando como práctica y metodología política. Hemos empezado a pensar la política de otra manera y a exigir más democracia y más rigor".

"Una idea más liberadora"

Sin embargo, añade, es un futuro distinto del que el sistema político le gustaría que tuviera: "Les encantaría que se convirtieran en un partido político y que se presentaran a las elecciones, que sacaran un tanto por ciento para que se pudiera pactar con ellos, que tuvieran que pedir un crédito al banco y ya estamos otra vez dentro del sistema. Pero esto no va por ahí. Es una idea de política más liberadora, mucho más primaria. La idea de política como la participación y reflexión de los ciudadanos en relación a los problemas de la ciudad, esa idea de política que viene de la palabra griega polis, ciudad".

En el ámbito personal y fruto de la crisis admite "vivir ligeramente peor que hace cuatro años, por que las condiciones económicas han empeorado globalmente en España y eso me ha afectado en un recorte salarial y en un mayor volumen de trabajo. Todos somos conscientes de que el esfuerzo tiene que ser mayor y así lo asumimos". No cree que un cambio en el signo del Gobierno vaya a mejorar las cosas: "No veo una alternativa coherente y distinta de lo que se está haciendo ahora y que pueda modificar la situación económica". En su opinión "la solución vendrá del ámbito europeo, no solo porque las soluciones deber ser colectivas sino porque se trata de problemas europeos e incluso mundiales".

Respecto a una de las grandes prioridades que se debería marcar el futuro Gobierno, Larrañaga, señala la educación: "Todo el mundo sabe que el futuro está en la educación. Incluso la propia sociedad se identifica como del conocimiento. Es un sector al que hay que cuidar y prestar mucha más atención y respeto. No se puede tratar a los educadores de la forma en la que se está haciendo y desde luego hay que emplear muchísimos más recursos"