CRISIS FINANCIERA

Grecia falla por segunda vez

El primer ministro ha optado por descargar su responsabilidad y transferírsela a la sociedad griega a través de la convocatoria de un inoportuno referéndum

MADRID Actualizado: Guardar
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Grecia, el país que consiguió ingresar en el Eurogrupo mintiendo descaradamente sobre sus datos macroeconómicos y que ha sido el desencadenante de la crisis de deuda soberana, ha fallado a sus socios comunitarios por segunda vez: tras aquel engaño incalificable, el primer ministro Papandreu, atemorizado por la envergadura de las protestas de sus conciudadanos ante la presión insoportable que les generarán las condiciones leoninas del segundo rescate, ha optado por descargar su responsabilidad y transferírsela a la sociedad griega a través de la convocatoria de un inoportuno referéndum.

Sobre este asunto, habría que hacer la menor demagogia posible. Ante quienes, con inmaduro papanatismo, exaltan las virtudes de la democracia directa, que sería el compendio refulgente de la autodeterminación de los pueblos, hay que decir con claridad que la desacreditada institución del referéndum es con frecuencia una trampa populista de corte autoritario, a la que recurren por cierto muy a menudo los dictadores de todo pelaje para tratar de legitimar su atrocidad. Conviene recordar a este respecto que el inicuo régimen anterior español, un modelo poco dudoso de dictadura, fue sucesivamente legitimado por varios referendos, en los que el Caudillo obtuvo mayorías a la búlgara.

Con frecuencia –y éste es un ejemplo claro- el referéndum es el refugio de los gobernantes débiles que no se atreven a adoptar decisiones impopulares. Papandreu tenía ante sí dos opciones: o aceptar el rescate, en condiciones durísimas para su pueblo, con la certidumbre moral de que Grecia seguiría perteneciendo a medio plazo al núcleo de la gran Europa en construcción, o renunciar a ello, sacar a Grecia de la Eurozona, llevar a cabo una gran devaluación, declararse en quiebra y volver a empezar. Es prácticamente lo que hizo Argentina a principios de los dos mil y no le fue mal: hoy Argentina se halla a la cabeza de Latinoamérica y ha sido rescatada por la comunidad internacional que ya la acoge de nuevo en su seno.

Pues bien: Papandréu no se ha atrevido a optar. No ha sido capaz de pasar a la historia como el salvador de su país o como el que lo arrastró a una aventura incierta pero desde luego menos dolorosa. Y ha endosado la decisión, injustamente, a sus ciudadanos, quienes hoy deben estar sumidos en una profunda perplejidad. ¿Cómo se le puede preguntar a un ciudadano que elija entre dos caminos inextricables, los dos plagados de trampas y amenazas?

La indecisión de Papandreu ha sido además una traición a sus socios de la Eurozona, ya que –como hoy se ha visto- la indecisión se ha trasladado de inmediato a los mercados, que seguirán en la zozobra hasta que la incertidumbre termine, lo que puede requerir varios meses de disolvente espera. Con el agravante de que otras comunidades nacionales pueden, ellas también, reclamar nuevos plebiscitos para decidir sobre el futuro, en lo que sería un zigzagueante camino hacia ninguna parte.

Así las cosas, el Eurogrupo debería agarrar el toro por los cuernos y confinar a Grecia en su rincón, apartándola de la moneda única provisional o definitivamente. Tras la quita de la mitad de la deuda griega, procede declarar fallido el total, forzando la renuncia de Atenas al euro y la inmediata readopción del dracma. Y ya alejado el foco de inestabilidad, Europa podrá reconstruirse sobre bases más firmes. Y Grecia podrá solicitar el reingreso cuando haya resuelto sus problemas internos, que son mucho más graves de lo que todos creímos. Eso sí, si solicita regresar al euro, habrá que revisar esta vez sus cuentas con todo detenimiento.