Manifestantes antigubernamentales rezan en la plaza Tahrir de El Cairo. /Archivo
el final de un tirano

¿Quién será el siguiente en caer?

Assad, en Siria, y Saleh, en Yemen, se tambalean en medio de sangrientas represiones

MADRID Actualizado: Guardar
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Los levantamientos en los países árabes ya se han cobrado tres grandes piezas: el tunecino Zinedine Ben Alí, que logró poner tierra por medio y refugiarse en Túnez, el egipcio Hosni Mubarak, sometido a juicio en El Cairo, y, finalmente ayer, el libio Muamar Gadafi, muerto en los estertores finales de su régimen. La pregunta ahora es ¿quién será el siguiente? Hay dos firmes aspirantes: Bashar al Assad en Siria y Alí Abdulah Saleh en Yemen. De todas formas, el mundo árabe es hoy una caldera en ebullición con una evolución imprevisible. En los principales focos calientes, además de Libia, los acontecimientos se precipitan de forma imparable.

Túnez. Fue primer país en el que se encendió la mecha de la rebelión. La muerte de Mohamed Bouazizi, un joven en paro de 26 años que se quemó a sí mismo para evidenciar su falta de oportunidades desató la rabia y la ira. Su gesto le convirtió en héroe y dio paso a una revuelta popular que terminó derrocando al dictador Ben Ali tras 23 años de poder omnímodo. El primer ministro Mohamed Ghanuchi asumió el poder con la promesa de una transición democrática y ayudas económicas para una población desasistida. En medio de fuertes dudas sobre la vocación democrática del Gobierno interino, Túnez celebrará el domingo sus primeras elecciones democráticas tras la dictadura. El partido islamista Ennahda, perseguido implacablemente por el régimen de Ben Alí, es el claro favorito. En caso de triunfo, existe una fuerte incertidumbre sobre el rumbo del país y el respeto de los islamistas hacia los derechos humanos y el estado de derecho.

Egipto. Los grandes protagonistas de la revuelta egipcia tras los miles de manifestantes que se lanzaron a la calle en febrero y provocaron la caída de Mubarak han sido los militares. Decisivos en la caída del régimen, el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas o junta militar ha convocado elecciones parlamentarias para el próximo 28 de noviembre. Será la primera vez que se vote en libertad y sin el régimen de Mubarak en más de 40 años. Después de las legislativas se prevé la redacción de una nueva Constitución y la celebración de comicios presidenciales. En las últimas semanas se han intensificado las protestas que exigen a los militares agilizar la transición en el país.

Siria. El poder de Bashar el Assad se mantiene solo gracias a una sangrienta represión de las protestas en las que, según informó el pasado viernes el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, han muerto más de 3.000 personas, entre ellas, al menos 187 niños. En el informe se califica la situación en el país como un "ensañamiento devastador contra vidas humanas" y explica que, además de los asesinatos, las torturas y las detenciones ilegales, familias enteras dentro y fuera del país han sido objeto de acoso, intimidación, amenazas y palizas. Sin embargo, el régimen se encuentra sometido a un creciente aislamiento internacional mientras las protestas se extienden por el país.

Yemen. El poder de Saleh se tambalea desde febrero en medio de multitudinarias protestas. Después de casi perecer en un atentado, el presidente hizo un conato de dimisión que no convenció a nadie y ha mantenido una represión que, como en Siria, ha sido sangrienta. Al menos 1.480 personas han muerto en los enfrentamientos entre leales al mandatario y opositores hasta finales de septiembre, según fuentes gubernamentales. Yemen, que se encuentra desde hace años infiltrado por las células islamistas de Al Qaida, posee un gran valor estratégico para la seguridad del abastecimiento petrolífero de Occidente debido a su situación geográfica, junto a Arabia Saudí y en una de las orillas del estrecho de Ormuz. La reciente concesión del Nobel de la Paz a una de las más activas opositoras al régimen, Tawakul Karman, ha supuesto un nuevo espaldarazo internacional a la revuelta.

Otros países de la zona como Marruecos, Jordania, Bahréin, Irán o Arabia Saudí están sintiendo los vientos de cambio, aunque de momento sus regímenes se mantienen con cierta estabilidad. En el caso marroquí, el Rey Mohamed VI ha procedido a una reforma constitucional que limita sus poderes. Aunque parte de la oposición ha considerado el cambio como una mera operación de maquillaje, Europa ha dado su firme respaldo. Países como Irán o Arabia Saudí permanecen encastillados en su rigorismo religioso sin dar la más mínima opción al cambio. Sin embargo el proceso abierto con la muerte de Mohamed Bouazizi está lejos de haberse extinguido. La onda expansiva de la caída de Gadafi puede sacudir con más fuerza a aquellos que, como Assad y Saleh, se mantienen a sangre y fuego.