Un hombre porta un cartel en el que denuncia la conspiración. / Efe
DIEZ AÑOS DEL 11-S

Una década de conspiraciones

Cientos de miles de personas acusan al gobierno estadounidense de perpetrar los atentados

MADRID Actualizado: Guardar
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Millones en todo el mundo vimos, en riguroso directo, como un segundo avión se estrellaba contra la Torre Sur. Y de pronto, ya no había dudas. En apenas dos horas, los edificios más altos de la capital del mundo dieron sepultura a miles de inocentes, y al siglo XX.

Pronto, al cuádruple atentado le nació una de las teorías de la conspiración más persistentes y organizadas de la historia reciente. Millones de personas de todo el mundo no creen en la versión oficial, que constata que fue un atentado perpetrado por terroristas de Al Qaeda. Decenas de miles, una década después, siguen exigiendo activamente «conocer la verdad»; su verdad, que el gobierno estadounidense es el autor intelectual y material de los ataques. Con el propósito, afirman, de establecer un 'nuevo orden mundial' basado en el terror o, al menos, justificar las invasiones en Oriente Próximo para calmar la sed de petróleo del gigante norteamericano. Carteles, pegatinas, manifestaciones y videos por internet configuran un activismo que no descansa y que se extiende mucho más allá de las fronteras de EE. UU. Hasta formaron parte del 15M.

Una década de teoría de la conspiración da para mucho, y es imposible responder a todas y cada una de las 'dudas' sobre la versión oficial de los hechos. La inmensa mayoría son especulaciones, sin pruebas ni a favor ni en contra. Sin embargo, hay algunas que, de ser ciertas, la pondrían en un brete. Todas tienen una explicación apoyada en evidencias.

-El acero no se funde a esa temperatura: Los defensores de la teoría de la conspiración, que se hacen llamar a si mismos «truthers» ('verdadistas'), afirman que ni la explosión ni el incendio posterior pudieron fundir el acero de la estructura de las torres gemelas y causar su colapso. Achacan la caída de ambas a una demolición controlada con explosivos organizada por los servicios de inteligencia.

Es cierto que la temperatura de fusión del acero está en torno a los 1.500 ºC y que, según las estimaciones de los expertos, en ningún momento se superaron los 1000 ºC dentro de los edificios. ¿Qué pasó entonces? A dicha temperatura, el acero apenas conserva un 10% de su resistencia a temperaturas normales, absolutamente insuficiente para sostener la estructura de un edificio que acaba de recibir el impacto de un avión de gran tamaño. Las supuestas explosiones, de las que no existe ninguna prueba, dejan de hacer falta para explicar lo ocurrido.

-¿Por qué se derrumbó también el 'edificio 7' si contra él no colisionó ningún avión? Es un hecho mucho menos conocido pero, además de las Torres Gemelas, un edificio más modesto que formaba parte del complejo del World Trade Center se desmoronó muchas horas después del ataque. Según los defensores de la teoría de la conspiración, también fue una demolición controlada.

Los motivos por los que cayó el 'edificio 7' son muy parecidos a los de las 'torres 1 y 2'. Aunque el daño estructural que había recibido el edificio (por la caída de las dos torres) no eran suficientes para derrumbarlo, un incendio en su interior, alimentado durante horas por el diesel proveniente de unos generadores, sumado a la incapacidad de los bomberos para combatirlo porque habían dejado de tener presión de agua, debilitaron la estructura hasta el colapso.

-Contra el Pentágono no se estrello un avión, sino que se disparó un misil: Los 'truthers' sostienen que las pruebas audivisuales, junto con el análisis de los escombros del ataque al edificio del Pentágono refutan la teoría del choque de un avión.

Es cierto que los videos disponibles de este atentado apenas permiten distinguir, por lo rápido que ocurre, qué objeto impacta contra el edificio de la sede del Departamento de Defensa de los EE. UU. Sin embargo, los registros de radar, además de los restos del siniestro no dejan lugar a la duda. Ningún misil tiene tren de aterrizaje, ni asientos, ni turbinas. Ni pasajeros.

Ni estos ni ningún argumento es suficiente para los defensores de una teoría de la conspiración. Para ellos, cualquier prueba en contra de sus tésis se puede convertir automáticamente en una prueba a favor: sólo tienen que argumentar que, sea lo que sea, es una pista falsa puesta a propósito por los conspiradores para ocultar su rastro.