MADRID

Detenida por usar a un niño para robar tarjetas de crédito

El menor, de cinco años de edad, servía de distracción gracias al cual la mujer pudo defraudar más de 22.000€

MADRID Actualizado: Guardar
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Los Agentes de la Policía Nacional han detenido en Madrid a una mujer de 22 años acusada de defraudar más de 22.000 euros tras robar a sus víctimas sus tarjetas bancarias utilizando a un niño de cinco años para ello. La forma por la que actuaba la supuesta ladrona consistía en distraer a través del menor a los usuarios de un cajero automático mientras ella sustraía sus tarjetas cambiándolas por otras totalmente falsas.

La investigación se inició el pasado mes de mayo a partir de las denuncias interpuestas por varios afectados en distintas entidades bancarias. En sus declaraciones afirmaban haber sufrido numerosos cargos fraudulentos en sus cuentas corrientes, presumiblemente por la utilización indebida de una tarjeta de débito o crédito a su nombre.

Los agentes encargados de las pesquisas constataron que las víctimas habían sufrido la sustracción de su tarjeta electrónica en el mismo cajero automático, ubicado en el Paseo de la Florida. A medida que avanzaban las indagaciones, los investigadores lograron elaborar un perfil del presunto autor de estos hechos, una mujer de unos 30 años y de aproximadamente 160 centímetros de estatura.

A raíz de estas informaciones, los agentes confeccionaron el 'modus operandi' con el que actuaba esta mujer. Generalmente, elegía a sus víctimas entre personas de edad avanzada. Una vez localizada esperaba en las inmediaciones a que introdujera la tarjeta electrónica en la ranura del cajero automático al tiempo que observaba el número secreto tecleado por la víctima.

El niño golpeaba a las víctimas

Seguidamente, un niño de unos cinco años compinchado con la mujer, se acercaba a la víctima y le golpeaba levemente en las piernas para llamar su atención y así lograr distraerla. En ese momento, la autora de los hechos aprovechaba la distracción para cambiar la tarjeta bancaria introducida en la ranura por otra idéntica del mismo banco y abandonaba rápidamente el lugar sin levantar ninguna sospecha.

En otras ocasiones, la mujer arrojaba un billete al suelo, generalmente de 20 euros y, de forma sorpresiva, llamaba la atención de la víctima, instante en el que procedía a intercambiar la tarjeta auténtica por la falsa. Las víctimas no se percataban de la maniobra de sustracción hasta que las propias entidades bancarias les alertaban de la defraudación económica que estaban sufriendo, así como del cambio de su tarjeta electrónica.