El dimisionario primer ministro luso, el socialista José Sócrates. / Foto: Reuters | Vídeo: Atlas
crisis financiera

Portugal se rinde

Sócrates pide ayuda financiera a la UE, que la tramitará «lo más rápido posible»

MADRID Actualizado: Guardar
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Portugal tira la toalla. Acuciado por el agravamiento de la crisis, presionado por los bancos y las agencias de calificación e incapaz de atender los compromisos económicos más inmediatos, el dimisionario primer ministro luso, el socialista José Sócrates, comunicó ayer al país que no le queda más remedio que solicitar a la Unión Europea un rescate al que se había resistido con todas sus fuerzas. «La situación ha llegado a ser una amenaza para la economía y para la sociedad, y se agravará si no hacemos nada», reconoció en un mensaje televisado.

La Comisión Europea reaccionó de inmediato, anunciando que tramitará la petición de asistencia financiera de Portugal «lo más rápido posible», según informó su presidente. José Manuel Durao Barroso reiteró su confianza en la capacidad del país para «superar las dificultades, con la solidaridad de sus socios». El Fondo Monetario Internacional (FMI) también se declaró «listo» para prestar ayuda. Según estimaciones del presidente del Eurogrupo, Jean-Claude Juncker, el importe del rescate ascendería a unos 75.000 millones de euros.

Bruselas exige que los aspirantes a las ayudas apliquen un estricto programa de ajuste, algo que el Gobierno de José Sócrates no logró sacar adelante. Ahora, sus rivales políticos aceptan esos requerimientos: el principal partido opositor de Portugal, el socialdemócrata PSD, anunció su respaldo a la petición de una ayuda a la UE porque contribuirá a la seguridad nacional.

«Su irresponsabilidad ha colocado al país en una situación de debilidad financiera sin precedentes», acusó Sócrates a la oposición. Su rechazo a las últimas medidas de austeridad, que tenían el respaldo de las instituciones europeas, «fue la señal más equivocada en el momento más equivocado para los mercados», comentó el primer ministro.

El dirigente socialista explicó que siempre ha visto la ayuda externa como un último recurso, pero las dificultades para obtener financiación «en condiciones normales» le han conducido a tomar una decisión extrema, que se tramitó en un consejo de ministros extraordinario. Las continuas rebajas de la nota de las agencias de calificación a la deuda lusa -ya en niveles de bono basura- ha sido la puntilla.

Situación insostenible

La situación financiera del día a día se había hecho insostenible. Los bancos dieron un ultimátum, al anunciar que habían alcanzado un límite en sus préstamos al Estado «que no pueden superar» si quieren seguir financiando a empresas y familias. El presidente de la Asociación Portuguesa de Bancos, Antonio de Sousa, insistió en que Lisboa debía pedir ayuda exterior para garantizar solvencia a largo plazo.

Lisboa debe reembolsar 9.000 millones de euros de deuda hasta mediados de junio y la necesidad de fondos es acuciante. Pero los instrumentos europeos no permiten conceder un préstamo a corto plazo, y no había recurso a medidas de emergencia para mantener a salvo las finanzas públicas hasta las elecciones anticipadas del próximo 5 de junio.

Pese a la tensión en los mercados, Portugal logró captar ayer más de 1.000 millones de euros con una emisión de bonos a corto plazo. Para colocarlos tuvo que pagar un alto tipo de interés, pero la demanda fue elevada. Explican los expertos que la garantía final de la UE constituye un soporte, pero no impide que los inversores intenten sacar partido de la situación. Las captaciones totalizaron 1.005 millones de euros, el máximo previsto. En la emisión de títulos a doce meses pagó el Estado un interés del 5,902% frente al 4,331% del pasado 16 de marzo. La demanda superó en 2,6 veces la oferta. La retribución de los títulos a 6 meses se elevó al 5,17%, muy superior al 2,984% del 2 de marzo, con una demanda que superó en 2,3 veces la oferta.

Aval del FMI a España

La petición de rescate lusa deja a España en primera línea de la ofensiva especuladora, tras la caída de Grecia e Irlanda. Si crece la presión sobre el bono español, aumentará el coste de la financiación pública y, de rebote, se encarecerá la del sector privado y se frenará aún más una actividad que no acaba de consolidarse. El Gobierno ha intentado protegerse de un eventual contagio con relativo éxito. De hecho, la prima de riesgo de la deuda española a diez años cayó ayer hasta 1,8 puntos porcentuales, el nivel más bajo desde noviembre. Los ajustes y las reformas en marcha han convencido al director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, quien ha descartado que España sea candidata a un rescate.

El rescate luso tendría un impacto directo más limitado, aunque en manos de entidades españolas se encuentra un tercio de la deuda portuguesa. Con una cifra total de 6.500 millones, supera los 6.300 millones de las entidades alemanas y los 4.600 millones de las francesas. En el sector bancario, las instituciones con mayor exposición son el Banco Santander, con 4.900 millones de euros de obligaciones de Portugal, Banco Popular (657 millones) y BBVA (629 millones).

Grupos bancarios españoles han visto en el país vecino oportunidades para la expansión de su negocio. El Santander Totta, con 47.000 millones de euros en activos, aportó al grupo 456 millones, un 4% del beneficio total. La filial lusa del Popular tiene unos activos que rondan los 11.000 millones. En total, el crédito al Estado, las empresas y familias portuguesas concedido por entidades españolas supera los 75.000 millones.