opinión

Movimientos migratorios

Mientras la costa sufre en los últimos días registros desconocidos de rescates de inmigrantes en el Estrecho, la población extranjera abandona el país

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Contradicciones que tiene la vida. En estos últimos días, el litoral gaditano ha sido el escenario del grito masivo de cientos de inmigrantes que en apenas 48 horas trataron de cruzar el Estrecho buscando una tierra de futuro. Ya no lo hacen a hurtadillas, tratando de burlar a las autoridades españolas. La mayoría son subsaharianos que nada más creer que han entrado en aguas españolas con sus balsas de juguete avisan para que sean socorridos y llevados a puerto. Saben que a partir de ese momento comienza un nuevo tiempo en el limbo administrativo, en el que tienen que pagar el peaje de pasar por un centro de internamiento más parecido a una cárcel que a otra cosa, aunque su único ‘delito’ haya sido intentar sobrevivir. Después de ese purgatorio en el nuevo mundo, saldrán a la calle, saborearán una supuesta libertad que trae consigo otros grilletes, los que atenazan por culpa de la falta de oportunidades, de dinero, de un trabajo sobre el que proyectar un futuro. Así están otros millones de españoles, pero ellos, además, sin papeles y siempre señalados por quien sólo ve en blanco y negro.

Mientras se produce esa llegada masiva por la costa, por otras fronteras se está produciendo un éxodo de vuelta a los países de origen. Son las de aquellos inmigrantes que una vez lo intentaron en España, pero que han sido los primeros en caer en esta crisis económica de consecuencias devastadoras. Antes de pasar necesidad en un país extraño, mejor hacerlo en la compañía de los suyos, pensarán muchos.

Por primera vez en seis años son más los extranjeros que salen de la provincia que los que entran en ella. Son los movimientos migratorios que han trasladado durante siglos a individuos, familias, tribus, poblaciones...de una región a otra. Unos movimientos que están en el ADN humano.