Jaime de Rábago.
laboral

Salud y discrepancias marcan la salida del consejero delegado de Navantia

De Rábago abandona el cargo un año después de ocuparlo sin definir el futuro de la compañía y con una complicada relación con el presidente a sus espaldas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El consejero delegado de Navantia, Jaime de Rábago, comunicó ayer al presidente de la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI), principal accionista de la compañía naval, Ramón Aguirre, su renuncia al cargo alegando para ello motivos personales y familiares. De Rábago ha sufrido en los últimos meses un problema de salud que podría haber acelerado su decisión. Llegó a la dirección de Navantia en mayo de 2012 junto a José Manuel Revuelta, que fue nombrado presidente de la compañía. La incorporación de dos altos ejecutivos en la estructura organizativa de una empresa con grandes pérdidas estuvo desde el primer momento en boca de la plantilla. No se entendía esta dualidad de funciones.

Las diferencias entre presidente y consejero delegado han sido una constante en estos primeros trece meses de gestión. Las discrepancias han ido más allá de las reuniones del Comité de Dirección, donde ambos evidenciaban su complicada relación. Revuelta y De Rábago no se entendían. Ambos tardaron seis meses en reestructurar la dirección de la compañía y, de momento, no hay resultados positivos que auguren una mejora de la gestión. Durante el primer año de mandato de Revuelta y Rábago en Navantia ha sido el presidente de la SEPI, Ramón Aguirre, el encargado de mediar y dar explicaciones sobre el futuro de la empresa.

Todo apunta a que Navantia no cubrirá el hueco que deja el consejero delegado y será ahora José Manuel Revuelta el que asuma toda la gestión. Tanto el presidente como el consejero delegado visitaron por primera vez los astilleros de la Bahía el 27 de junio de 2012, un mes después de los duros enfrentamientos que la plantilla de PuertoReal protagonizó con la Policía en el puente Carranza y que se saldaron con graves destrozos en el principal acceso a al capital. Revuelta y Rábago pidieron entonces paciencia a los trabajadores ante la llegada de nueva carga de trabajo, pero confirmaron que no había expectativas de nuevos contratos a corto plazo.

La segunda visita tuvo lugar en septiembre, con el objetivo de calmar los ánimos de los trabajadores ante la imposibilidad de captar nueva carga de trabajo. Fue entonces cuando comunicaron que la dirección comercial de Navantia centraba sus esfuerzos en lograr el contrato con Catar, pendiente de una visita del Rey don Juan Carlos, así como la renovación con Venezuela para la construcción de dos patrulleros. Esta segunda opción se encuentra paralizada en un cajón a raíz de la muerte del presidente Manuel Chávez.

La compañía arrojó 80 millones de euros en pérdidas el pasado ejercicio, y acumula un déficit de casi 300. La situación ha obligado tanto a la SEPI como a la dirección de Navantia a aplicar un plan de ajuste.