pan y circo

Mis jugadores

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Ahora que está terminando la temporada y la mayoría de clubes de todos los deportes empiezan a programar la próxima campaña, se puede señalar que recobra un protagonismo especial la figura de los ‘entrenadores mercaderes’. En otras palabras, aquellos que ofrecen sus servicios a clubes con el gran aval de llevar allí a ‘sus’ jugadores.

No hacemos referencia a técnicos que bien por su fama, buen hacer o confianza que generan, hacen comprensible que jugadores y familias consideren que lo mejor para su hijo sea cambiar de club en la búsqueda de un determinado perfil en la formación extraescolar deportiva. En este caso se trata de aquellos que sin ningún tipo de tapujo tratan a los estudiantes-deportistas como mercancía para su búsqueda de clubes. Sin consultarlo, dan por hecho que los convencerán y jugarán allá dónde ellos estén. Sin lugar a dudas, una falta de respeto total y absoluta a la inteligencia de esos menores y un sentimiento de pertenencia que es, cuanto menos, poco ético.

Normalmente, y por regla general, estos casos suelen aflorar en edades en las que los padres comienzan a dar cierta independencia al chico. Y es que, por obligaciones laborales no hay tiempo suficiente para comprobar en qué ambiente de formación deportiva se encuentra su hijo en ese momento.

En resumidas cuentas, lo cierto y verdadero es que tanto profesores como expertos en la materia recomiendan a las familias que le den la suficiente importancia a las actividades de su hijo en el turno de tarde, del mismo modo que se hace cuando están en el centro educativo por las mañanas.