el apunte

El jarrón roto del PSOE provincial

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Dicen que la confianza es como las buenas piezas de cerámica, que una vez rotas ya no quedan nunca igual por más empeño que se ponga en pegar las piezas y los añicos.

Al PSOE provincial, y sobre todo a su grupo en la Diputación, le ha sucedido lo mismo. Ayer, las partes depusieron las hostilidades porque una de ellas, la rebelde contra la dirección, decidió entregar la cuchara y la llave. Cinco de los seis diputados que se negaban a firmar el relevo de Irene García por José María Román accedieron finalmente a prestar su rúbrica por tal de no arriesgarse a la expulsión, iniciada en forma de trámite y que incluía a dos alcaldes de la provincia. El ridículo y las consecuencias podrían haber resultado mayúsculas.

Irene García será la portavoz. José María Román, que se había negado a acatar el control económico y de nombramientos que le imponía el partido, se despidió ayer sin despejar la incógnita. Aún no se sabe si se hará el hara-kiri, pero ya en solitario, sin más repercusiones que quedar defenestrado por aferrarse a sus argumentos.

Pero tras casi dos meses de espectáculo político y cruce de acusaciones, de recursos y amenazas, de expedientes y reuniones fallidas, de peticiones de disculpa de los responsables, y hasta los militantes, del PSOE, resulta imposible pensar que la situación regresa a la normalidad.

Los socialistas en la provincia, sobre todo en la Corporación que la unifica, han dejado a las claras que sus prioridades aún son las internas, cuando no las personales, que los problemas de los ciudadanos están en un segundo término y que son capaces de paralizar su ya discutible actividad cuando sus cuitas internas se lo recomiendas. Que es muy a menudo.